martes, 5 de abril de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La mano de Dios

 

 

 

            

           Cerezos en flor en el Jerte (Cáceres)

 

La fundó Alfonso VIII, hace más de ochocientos años, o sea ayer tarde más o menos, le puso el nombre, que traducido del latín era algo así como “para que agrade a Dios”. Es centro de la región, sede episcopal “de entrada” o trampolín de tránsito para obispados de más enjundia. Tiene catedral y un puñado de monumentos. Lugar para partir el camino…

Plasencia es la base donde arrancan o terminan que es lo mismo, el Valle de Ambroz, el del Jerte y la ladera, al sur de Gredos que llega hasta Arenas de San Pedro, donde Josefina Carabinas decía que las tormentas ,cuando se ponen bravas, tienen algo especial que no lo tienen en ningún otro sitio. Es verdad.

El Valle de Ambroz baja desde el Puerto de Béjar – las otras vertientes por tierra Charra buscan el Tormes y luego el Duero, a Baños de Montemayor. Tenían una industria de cestería del mimbre muy interesante hasta que llegaron las importaciones de China. El balneario le da nombre al pueblo. Telefónica le asignó el prefijo de Salamanca…  Hervás ofrece el museo de Pérez Comendador y un parque y el mejor barrio judío de España. Hay que ir. Hay que palpar como “chacharean las sombras”.…

El Jerte viene de Tornavacas. Conforme se baja de Ávila, el Puerto y el pueblo a orillas de la carretera. Allí pernoctó el Emperador camino de Jarandilla. Jerte tiene una fábrica de alabastros. Antes de Cabezuela del Valle una carretera, a la derecha, por el Puerto de Honduras, lleva a Hervás; un poco más adelante, a la izquierda, pasado Navaconcejo, (si es temporada es ‘obligado’ comprar cerezas o picotas en la Cooperaritva), por Valcastillas, a Piornal y de allí a Garganta la Olla y a la Vera. En los inicios de primavera, el cerezo en flor.  Eso sí que, de verdad, es otra cosa…

Ladera sur de Gredos – granito milenario, gargantas de agua clara, cristalina, pura camino de Tiétar…-, un rosario de pueblos: Jaraiz, Losar, Aldeanueva, Jarandilla, Valverde, Madrigal… Todos, en común el apellido de ‘la Vera’. Cuacos, como el cerezo en flor, es otra cosa. En Cuacos de Yuste hay que escuchar las campanas del reloj y cómo cae el agua en los caños de las fuentes en el silencio de la noche… Háganme caso, por ahí anda la mano de Dios.

 

 

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