jueves, 14 de abril de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ubi caritas


 


14 de abril, Jueves Santo. Ha amanecido un día espléndido. El sol, por el cambio de hora, cada mañana aparece un poco antes en el horizonte que esta mañana estaba limpio de nubes, de bruma, de cualquier atisbo que tuviera la intención de poner algo de telarañas.

Dice el refrán que de los tres jueves que relucen como el sol, éste, el de hoy, el Jueves Santo, además de ser uno de ellos, es el que abre el calendario y ya está aquí. En el orbe católico con una significación especial. Entre el resto, como un día de primavera que se abre paso imparable.

Muy temprano cantaban los mirlos en la alameda del arroyo. Los mirlos – y muchos otros pájaros, también – andan ahora en ese proceso asombroso de cumplir su ciclo y hacen sus nidos. Verdaderas obras de arte, admirables. Allí, no cabe ninguna duda, está Dios. Está la mano de Dios.

Las florecillas del camino, con abejas libando, a medida que el sol ha subido hacia su cenit, han abierto y han ofrecidos tonalidades de color increíbles, asombrosas. Tan únicas, que solo pensar en reproducirlos ya es una obra de arte. No tengo ninguna duda. Detrás, sin que casi se perciba, está el esplendor de Dios.

Esta noche han funcionado los hospitales. Cientos, miles de personas, han dejado su saber profesional para entre todos solucionar los problemas de los enfermos que han acudido a las urgencias o que han estado postrados en las camas de los hospitales. Muchos de ellos tendrían una estampita de la Virgen de su pueblo o de su devoción preferido en la cabecera de la cama. Además de todo esto, por los pasillos, por lo rincones recónditos, estaba también la mano de Dios.

Un número imposible de cuantificar – religiosos, cuidadores, asistentes en centros sociales, servidores del orden, profesionales… ¡qué sé yo! – han cuidado de todos nosotros. Han hecho posible que alguien se tome el medicamento a su hora, ha consolado al niño que lloraba, ha tenido un gesto de ayuda hacia quien lo necesitaba… Allí estaba Dios.

En muchos templos alguien habrá entonado un himno sublime y de las gargantas habrá salido un canto: “Ubi caritas et amor Deus ibi est”. Donde hay Caridad y Amor allí está Dios. Dios a pedir de calle. Dios, de una u otra manera, casi en nuestro encuentro y a veces nos cuesta verlo, o será que como es tan común casi ni le echamos cuenta….

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