lunes, 18 de abril de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de mi casa. Desde la ventana


                         


18 de abril, 2022. A veces me asomo a la ventana con el morboso deseo de contemplar las caras de las gentes que llenan las terrazas de los bares que circundan mi casa. La cara, dicen que es el espejo de alma. Puede que sea cierto. Estos días de celebraciones – salvo cuando la lluvia ha dicho otra cosa- la gente se ha echado a la calle.

Es curioso observar la cara de hombres y mujeres que después de un paseo largo, quizá de horas, buscan el asiento confortable de una silla metálica y el sabor reconfortante de un refresco. Tienen que cargar azúcares y darle un poco de descanso al cuerpo maltrecho y apaleado por horas de estar de pie, de aguantar bullas, de soportar achuchones…

Son generalmente gentes que han pasado los cuarenta. Los más jóvenes van a su bola y siguen de largo. A ciertas edades, con la diversión vienen otros componentes que más que estimular, son frenos y aconsejan un poco de parada. Desde la distancia no logro leer en sus ojos; sus caras expresan cansancio.

Los niños son otra cosa, la mayoría se las anda con la cabeza metida en el móvil y trastea con una habilidad asombrosa en las teclas. Las caras de los padres…. Algunas son inexpresivas, que venden hastío; otras, tienen la ilusión un poco ahogada por el cansancio. (Una mujer ha sacado los pies de los zapatos). Dejan que pase el tiempo. El camarero les pone sobre la mesa el servicio solicitado.

La gente se habla a gritos. Es más, a veces pienso que no habla, se chillan y se transmiten no sé qué mensajes ininteligibles desde la distancia y desde detrás de los cristales de la ventana.

¡Qué concentración de misterio en esta gente que repone sus desgastadas fuerzas en las terrazas de los bares cercanos! ¿Qué preocupaciones anidarán en sus interiores? Se han salido a la calle probablemente para olvidarlas. Desconocen que van con ellos mismos. A veces, llega alguien conocido que se incorpora al grupo. Se saludan efusivamente. Le hacen sitio y, precisamente entonces no son conscientes que acaba de incrementarse el misterio que se encierra en cada persona.

La terraza del bar es el embarcadero de un día de fiesta cuando se viene de retirada. No han puesto le letrero: “se prohíbe varar embarcaciones”. No hace falta. Todos, dentro de un rato se irán camino de otros puertos…

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario