1 de abril, viernes. Las noticas traen tintes de
cierta preocupación. No hay que alarmarse, “nunca llueve como truena”. Sombras,
solo sombras. Las sombras están bien para mitigar las calores del verano – si
pasa de cuarenta grados es la calor, y si no llega, es el calor -, o para los
versos de Rosalía – Sombra negra –
que canta, como nadie, Luz Casal. Cuando se ciernen de otra manera, como que no.
Dice el responsable de uno de
los comedores sociales de Málaga que están desbordados. La gente no llega a final
de mes. Lo que tienen es insuficiente. Les cuesta un mundo de privaciones
superar la primera quincena del mes. Esto ha entrado en una vorágine que no hay
quien la pare… No sé. No debe ser fácil el empeño. Esperamos soluciones. No
llegan.
La cesta de la compra también
se ha disparado. Vienen noticias cargadas de subidas imparables. Nada está
quieto y los precios de hortalizas y productos básicos, se han ido a las nubes
(por la altura, claro)…
En algunas gasolineras, en esta
mañana atípica donde devuelven dinero cuando se va repostar, se han formado
colas… Me acuerdo de aquellos años de inflación galopante cuando anunciaban
subidas de sopentón y la gente se levantaba de la mesa para llenar el depósito…
-
Oye, que me han dicho que vuelve a subir la
gasolina…
-
Bueno, ¿y qué? Yo echo veinte duros…
El telediario por otro lado, informaba
del problema de los caseteros, en la Feria de Sevilla. Tienen que ajustarse a
la nueva legislación laboral. La cosa, clara. Contratos indefinidos, no podrán trabajar
más de ocho horas seguidas y tienen que descansar, doce. Deduzco que llegará el
acuerdo.
Sería doloroso el cierre de
casetas. Una feria de Sevilla sin casetas… Vamos, ¿un mar sin agua? Imposible.
Me viene a la mente los que necesitan soltar adrenalina. A veces un respirillo
es preciso. Todo está tan estresado que, de vez en cuando, hay que pensar que
en el mundo pueden ocurrir otras cosas.
Pienso también en quienes
necesitan un dinerillo. Hay que seguir tirando… ¿Se acuerdan de aquellos
turroneros que venían a las ferias de los pueblos? Y el de las escopetillas de
plomos, y el que vendía sombreros cordobeses y bastones de madera de adelfa,
los del circo… Hoy todo eso son recuerdos. Nos hemos hecho grandes. Se apetece
una copita entre amigos. A ver si se disipan algunas sombras. Lo necesitamos.
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