17 de abril, Domingo de Resurrección. Juan Gaitán, el “el discípulo amado”
y no es irreverencia, ¡por Dios, que no!, nos ha recordado con un artículo
soberbio – como casi todo lo suyo – que hoy se han cumplido tres años de la
partida del Maestro, de nuestro Maestro Manuel Alcántara…
Maestro, han vuelto las
golondrinas en esta primavera que revienta flores nuevas en los caminos y
amapolas en los trigos. Pero las cuentas siguen sin estar cabales. Tú decías
que te faltaba una golondrina. Si tú lo dices, no hay nada que objetar. También
es verdad que sobran, en los tiempos que corren, algunos cristales más….
Ya ves las cosas que pasan. Nos
dejaste dicho – muchas cosas por supuesto – y ésta que tomo de tu Mar de fondo. “Tengo bastantes motivos / para no querer morirme / y para no seguir
vivo”. ¿Se pueden decir más en menos? ¿Se puede tener más claras las ideas?
España, Maestro, acaba de pasar
la hoja de la Semana Santa. Por cierto, han seguido poniendo en algunas
emisoras de radio tu oración al Cristo de la Buena Muerte, el que iba hecho un
cristo por la calle Larios y a quien le pedimos, no para el tránsito (yo como
soy un bicho raro, también lo hago) sino para el final, porque como bien evocabas
a Miguel Hernández recordándonos que muchos tragos son la vida y un solo trago
es la muerte…
Maestro, me dijiste una vez en
Benedito que te sacase de allí. Estábamos en la inauguración de una exposición
de nuestro Jaime, (que ahora, como es un poco más viejo es mejor persona aún si
cabía serlo). Con una copa delante, en el mostrador de un bar cercano me apuntaste:
“somos la última generación que a este país le llamábamos España, somos los últimos
que comemos; a partir de ahora, nos alimentábamos y tengo mis dudas que al “Niño
grande lo dejen reinar”. Como todo en lo tuyo, lo clavaste.
El resto del mundo… ¡Qué te
cuento! Un horror, un auténtico horror. Antes se morían los negritos de África
y como eso está tan lejos, pues no pasaba nada… Ahora nos matan a los niños en
Ucrania, que está ahí, como al revolver de la esquina…Y la cosa está más cerca.
Bastante más cerca.
Dios debe estar de cabeza.
Mejor, a Dios lo traemos de cabeza. ¿Se habrá olvidado de nosotros? Echo mano a
tus versos: “Yo no le guardo rencor. / Si
lo encuentro alguna vez / nos perdonamos los dos”.
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