domingo, 17 de abril de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Golondrinas y amapolas

 

                


17 de abril, Domingo de Resurrección. Juan Gaitán, el “el discípulo amado” y no es irreverencia, ¡por Dios, que no!, nos ha recordado con un artículo soberbio – como casi todo lo suyo – que hoy se han cumplido tres años de la partida del Maestro, de nuestro Maestro Manuel Alcántara…

Maestro, han vuelto las golondrinas en esta primavera que revienta flores nuevas en los caminos y amapolas en los trigos. Pero las cuentas siguen sin estar cabales. Tú decías que te faltaba una golondrina. Si tú lo dices, no hay nada que objetar. También es verdad que sobran, en los tiempos que corren, algunos cristales más….

Ya ves las cosas que pasan. Nos dejaste dicho – muchas cosas por supuesto – y ésta que tomo de tu Mar de fondo. “Tengo bastantes motivos / para no querer morirme / y para no seguir vivo”. ¿Se pueden decir más en menos? ¿Se puede tener más claras las ideas?

España, Maestro, acaba de pasar la hoja de la Semana Santa. Por cierto, han seguido poniendo en algunas emisoras de radio tu oración al Cristo de la Buena Muerte, el que iba hecho un cristo por la calle Larios y a quien le pedimos, no para el tránsito (yo como soy un bicho raro, también lo hago) sino para el final, porque como bien evocabas a Miguel Hernández recordándonos que muchos tragos son la vida y un solo trago es la muerte…

Maestro, me dijiste una vez en Benedito que te sacase de allí. Estábamos en la inauguración de una exposición de nuestro Jaime, (que ahora, como es un poco más viejo es mejor persona aún si cabía serlo). Con una copa delante, en el mostrador de un bar cercano me apuntaste: “somos la última generación que a este país le llamábamos España, somos los últimos que comemos; a partir de ahora, nos alimentábamos y tengo mis dudas que al “Niño grande lo dejen reinar”. Como todo en lo tuyo, lo clavaste.

El resto del mundo… ¡Qué te cuento! Un horror, un auténtico horror. Antes se morían los negritos de África y como eso está tan lejos, pues no pasaba nada… Ahora nos matan a los niños en Ucrania, que está ahí, como al revolver de la esquina…Y la cosa está más cerca. Bastante más cerca.

Dios debe estar de cabeza. Mejor, a Dios lo traemos de cabeza. ¿Se habrá olvidado de nosotros? Echo mano a tus versos: “Yo no le guardo rencor. / Si lo encuentro alguna vez / nos perdonamos los dos”.

 

 

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