viernes, 22 de abril de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Últimos días de Cervantes

 


         Casa de la calle del León (hoy Cervantes) donde murió en 1616

 

22 de abril, viernes. Recordamos la fecha. Cervantes murió en Madrid el 23 de abril de 1616 (había nacido en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547, tenía pues 69 años y le faltaban unos meses para cumplir los 70) Su vida, azarosa y con muchas estrecheces; su obra, inconmensurable.

Astrana Marín, quien mejor ha estudiado al genio, dice que en el mes de marzo de 1516 ya se encontraba enfermo, triste, apesadumbrado. Ya no podía con la carga de la vida. El 26 le contesta a una carta que le envía don Fernando de Sandoval y Rojas, Inquisidor General. Cervantes le agradece no haber quemado a ninguno de los procesados en Toledo el 1 de noviembre anterior. Le da cuentas de su salud y le dice que “si el mal que le aqueja tuviera remedio, no sería suficiente para las repetidas muestras de favor…”

Sentía la muerte cerca. No le temía, pero no era un inconsciente, y su lucidez, total. En el Persiles, acababa de escribir “en cualquier traje que venga es espantosa”. Había hablado en su obra, muchas veces de la muerte. En El Quijote dice que la vida es una comedia y la muerte desnuda a los personajes. “A todos, - pone en boca de Don Quijote que se dirige a Sancho – les quita las ropas que los diferencian, y quedan iguales en la sepultura”.

Profesó en la Orden Tercera de San Francisco, cuando arreció la enfermedad y se vio en peligro de muerte. Lo hace en su propia casa. Un documento dice “(…) un día tan señalado como el Sábado Santo de 1616. (…) y agrega, «En dos de Abril de mil seiscientos y diez y seis profesó en su casa, por estar enfermo, el hermano Miguel de Zerbantes, en la calle del Leon…”.

El médico que lo atiende diagnostica “ponzoña graduada”. Aconseja que se traslade a Esquivias, a seis leguas de distancia, porque el cambio de aires en aquellos días de primavera, de cielo claro y ardiente sol (llevaba mucho tiempo sin llover), beneficiarían al doliente. Ignoraba que Cervantes tenía una diabetes  (enfermedad desconocida entonces), imposible de atajar. A los pocos días tiene que regresar a la Corte sobre el 12 o trece, “con tantas señales de muerto como de vivo”. El lunes, 18 le administran la Extremaunción.

Murió rodeado de sus vecinos. Lo entierran en el cercano convento de los Trinitarios…

 

 

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