martes, 12 de abril de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En el clavo.


                                      


12 de abril, Martes Santo. De entrada, no lo conozco de nada. Llego a su manera de escribir por pura casualidad. Sé que es joven y cuando lo leo me deja la sensación de tener las ideas muy claras y una madurez asombrosa. Ha sido a través de un artículo en la revista Nazareno de las Torres, 2022, salida hace unos días.

Dice Francisco Sánchez Chamizo, que ese es su nombre, que la Semana Santa se celebra en muchos lugares y que la andaluza es una más. El espectador ajeno a estas cosas puede ver en su celebración “folclore, exceso, teatralidad e incluso hipocresía”.

Él apoya su mensaje en cuatro pilares y dice que es: emoción, catarsis, pasión y evangelización. Parece fácil. No lo es. Entre las cuatro forman un entramado. Se entienden todas, cada una por su lado, pero entre las cuatro forman la esencia de algo, maravillosamente igual cada año, diferente en cada sitio y propio a la vez.

Es emoción porque trasmite las vivencias básicas. En Andalucía – Franciscos Sánchez, en su artículo no cae en el chauvinismo de lo propio sobre lo foráneo – no puede entenderse sin la expresión pasional, “y por eso se vive, no se celebra”.

El espectador a pie de calle experimenta la catarsis “purificadora través de la contemplación artística del drama”. Es inexplicable, en ocasiones, ante los ojos de quien contempla la transformación de la persona que tiene al lado y que probablemente ni conoce, y que les afloran las lágrimas a los ojos ante el paso de un Virgen o de un Cristo.

Nada es frío, nada es intrascendente. Todo es pasión. La magnificencia sobrecoge a la entrada de un templo o en el sufrimiento marcado en la imagen.  Dice Sánchez Chamizo que esas imágenes trasmiten “rotundidad en el mensaje de la Pasión. Conectan porque hablan un lenguaje conocido”.

Puede aparecer la última, en el orden. Pura coincidencia. La evangelización como algo etéreo pero tangible - ¿una contradicción? - cuando ante el espectador pasa la procesión. Es un mensaje de siglos. Detrás de una orfebrería, de un trono magnífico, de una talla soberbia va el último “acto de amor: el holocausto”.

 Su padre, me dijo que me lo presentaría u día de estos que andan por aquí, por el pueblo. Tengo ganas de conocer a Francisco Sánchez Chamizo. A este joven hay que seguirle el rastro. Merece la pena. Estoy seguro que va a aportar mucho…

 

 

1 comentario:

  1. Buenas, Pepe. Soy Fran.
    Muchísimas gracias por esta entrada y por su interés. No le conozco personalmente, pero he leído algún libro suyo y que le haya gustado es un placer (y un cierto orgullo) para mí.
    Espero que nos presenten pronto.
    Un afectuoso saludo.

    ResponderEliminar