30 de
abril, sábado. Ajo y limón. Los dos, juntos o por separado – a
gusto del consumidor- tienen tantas propiedades nutritivas, que se consideran
como auténticos amigos de la humanidad. Me van a preguntar ¿por qué? A ver cómo
le ponemos al niño.
Dicen que el ajo es el mejor antiséptico,
antibiótico y antimicótico natural que existe. Desde hace más de siete mil años
se conoce su consumo y desde Asia, de donde se cree que procede, se ha
extendido por todo el mundo.
Por si fuese poco, le conceden un excelente poder depurativo, ayuda a
eliminar toxinas del organismo y contribuye a la formación y regeneración de la
flora intestinal y, además, mejora la circulación de la sangre debido a su
poder anticoagulante.
Si se toma en ayunas, baja colesterol y
triglicéridos, previene y combate enfermedades cardiovasculares,
alivia malestares gastrointestinales, combate enfermedades respiratorias, regula los niveles de glucosa,
ayuda a bajar de peso… (Esto, aunque lo digan los expertos, con todos mis
respetos, no me lo creo. Lo único que no engorda es lo que se queda en el plato).
Los limones contienen vitamina C, un poderoso antioxidante, y son
una fuente de compuestos vegetales que tienen
efectos antioxidantes y antiinflamatorios. Los antioxidantes ayudan a proteger
las células del cuerpo.
El limón viene de
Asia. Se desconoce el lugar exacto donde nació. Hay diversas teorías. Los
judíos lo conocieron y de allí lo llevaron al mundo romano. En los frescos de
Pompeya hay reproducciones del fruto y se cultivó en Sicilia. Los árabes lo
trajeron a España en el siglo XIV y en el XVI se conocía en Alemania.
Tiene muchas propiedades. Entre otras, reduce la tos seca, acaba con las flemas
y baja la sequedad de la garganta, además de abrir los pulmones. Favorece a la circulación
sanguínea y reduce la presión arterial si se consume regularmente.
Además, estimula la producción de óxido
nítrico, un vasodilatador que relaja
las paredes de las arterias y facilita la circulación de la sangre. Asimismo, la hesperidina
del limón disminuye la
inflamación y la rigidez de los vasos sanguíneos en personas con síndrome
metabólico. La piel del limón es rica en pectinas y el zumo en ácido nítrico.
Hay costumbre para suavizar la acidez de
los zumos del limón agregandole miel. M i amigo José María Hidalgo me recomendó
la mezcla… Lo hago desde hace muchos años. Un vaso de agua fría y el zumo de un
limón ‘a jierro’. ¡Divino!
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