25 de
abril, lunes. María es una mujer sencilla, de mirada profunda
y ojos que transmiten bondad. María Gómez Riera, nació en Almáchar. Ha llegado a la poesía - ¿o ha sido al revés?
– sin hacer ruido, discreta, casi pidiendo disculpas por estar ahí, por aportar
lo que nos regala a través de sus versos. María tiene la dulzura de la uva
moscatel de su tierra…
Acaba de ganar la segunda
edición del Certamen de Poesía “José Antonio Padilla”, que ha instaurado el
Ayuntamiento de Álora en memoria del joven poeta perote que nos dejó demasiado
pronto. Quieren perpetuar su recuerdo, además de su obra, con estos certámenes poéticos.
El jurado ha premiado su poema
“Si tú me faltas”. María se ha hecho a sí
misma y en sus poemas deja que aflore la sensibilidad que atesora y nos la
devuelve con la fragilidad de las brisas que llegan a coronar las cumbres de
sus quebrados en la Axarquía.
“Si tú me faltas” es un poema
lleno de ternura, añoranza, cariño… Y lo dice, a modo de mensaje, como una nota
delicada que lleva la brisa, como un anhelo contenido que se queda en la
garganta, como un casi pedir la ayuda que se necesita, que se precisa para
seguir viviendo. “Si tú me faltas, ven de nuevo a verme, / regresa al níveo mar de mi
tormento, / ayúdame a vivir sin atreverme.”
Hace en el poema, que presentó
al Certamen bajo el seudónimo de “Gaviota”, un paso sutil por lo que se
compartió, por lo que ayudó a ir asida a una mano, y que entre las dos marcaron
el camino: “Se hundieron las arcadias en
la nada, / ausente se palomas quedó el vuelo, / el agua se olvidó que fue
cascada…
Es un poema, dentro de la
realidad que expone, esperanzado en la confianza de que no se rompió todo.
Queda un hálito de esperanza, queda un suspiro que aún – contenido – aguarda: “Te espero en el abismo, por si acaso, /
decides regresar de tu descuido; /el sol a veces sale con retraso”.
María es mujer de tierra
adentro, pero en su obra está siempre el mar. El mar de olas de nácar, de
profundos y extensos azules, de horizonte que no tiene fin… No podía estar
ausente de este poema: “Y espero de la
brisa su silbido, / su aire marinero, su caricia, / la excelsa sinfonía de tu
latido”.
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