16 de abril, Sábado Santo. La lió, ¡digo si la lió! Todo
comenzó a esa hora en que las alondras cantan en las lomas de El Chopo y las
amapolas de los trigos se dejan acariciar por la brisa suave de la mañana. Los
primeros rayos del sol han cresteado e Cerro de la Farola y comienzan a
destacarse las caras soleadas de las que todavía están en sombras.
Dicen que la ciudad había
despertado enrarecida. Habían pasado muchas cosas en poco tiempo. Porque era la
fiesta de la Pascua había acudido gente de muchos sitios. Algunos de muy lejos
y de esos hasta de los que solo subían, porque Jerusalén está en alto, una vez
año, solo una vez para la celebración.
La víspera de la Pascua habían
ocurrido hechos de los que hablaba la gente. Habían crucificado a un galileo,
aunque nacido en Belén, que se las había andado por todos los lugares
predicando cosas raras y haciendo otras… En fin.
Los jerifaltes religiosos, Anas
y Caifás se lo echaron como una pelota rebotada; los políticos también. El
romano imperialista se vio con una papa caliente sin saber qué hacer. Dicen que
a lo mejor se las lavó para refrescárselas…
Lo cierto que no quiso complicarse la vida y eso que había dicho que “al
Cesar, lo que es del César”, y lo mandó a la cruz.
Muy temprano, vamos, como le
decía antes, a esa hora en que acaban de poner las calles, las mujeres, esas
que tuvieron ovarios para dar y regalar (los hombres, escondidos como ratas,
por temor a los judíos que se había crecido con la muerte en la cruz e incluso
se había corrido la voz que uno, el que lo vendió, se había ahorcado…)
Las mujeres les decía, llegaron
a donde el sepulcro, vieron la losa desplazada y les entró el miedo en el
cuerpo. “Nos lo han robado” fue el primer pensamiento. Miran dentro la losa, sin
el cuerpo y el sudario correctamente doblado…
Ojean a su alrededor. Ven a uno
que se las anda por allí. Piensan en el jardinero…
-
Si has sido tú, dinos…
-
¡María…!
-
¡Maestro!
El Amor tiene cosas así. Le
dice que no le toque que aún no ha subido al Padre y que vayan y que cuente a
los demás…. La luna de Nisán que aquella anoche anduvo por allí sabía mucho de
cómo había ido la cosa….
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