8 de abril, viernes. Ya
están aquí. No sé si han llegado bajo el cobijo de las horas de silencio cuando
en el cielo tililan las estrellas. Dicen que sí que ha podido ser la madrugada,
pero… Me lo pregunto. Nadie me responde ¿Acaso fue anoche un poco después del
atardecer y han esperado a que apuntase el alba? A lo mejor. No lo sabe nadie.
Cuando han aparecido los primeros rayos del sol por los cerros de los Lagares,
ellas ya estaban aquí.
Lleva
el campo unos días sobresaltado. En el rigor del invierno se vistieron los
almendros. Luego los ciruelos, los perales y manzanos. Todos eran una sinfonía
de flores blancas posadas en sus ramas. Ahora han sido los membrillos, ¡ay,
madre, ¡cómo estaban los membrillos del borde de la alberca…! Esta mañana sus
ramas ahítas de flores eran un hervidero de mariposas blancas…
No
ha llovido a lo largo del invierno. Tuvo que ser casi al final, cuando marzo
tomó posesión y dejo las cosas en su sitio. Todo estaba seco, demasiado seco
porque Dios no había querido tocar “el arpa de la lluvia”. Y, de pronto, cambió
todo.
Se
han espigado los trigos y las cebadas en Virote y en las lomas de El Chopo. El
campo, ha tomado un color bellísimo. Se han salpicado de margaritas los bordes
de los caminos y ha sembrado de lirios los taludes de las carreteras. El campo
como dice la copla, se ha vestido de esperanza y de flores nuevas.
Los
que saben pronostican unos días duros para las personas alérgicas. Ya saben,
que si el polen de las gramíneas, o el no sé qué de los plátanos orientales. Las
acacias han llenado sus varetas desnudas de hojas y la trama de los olivos
lucha por salir, porque mañana es Domingo de Ramos y ellos tienen que estar
junto al salmo: Pueri hebraeorum
portantes ramos olivarum….¡ Hosanna al Hijo de David!
Me
regocijo una vez más con San Juan de la Cruz. Lo asumo y lo hago mío, porque un
año más, “mil gracias derramando / pasó
por estos sotos con presura / y yéndolos mirando con solo su figura / vestidos
los dejó de su hermosura…” y esta
mañana ha dejado que florecillas blancas, a modo de mariposas, vistiesen con pinceladas
de pureza las ramas de los membrillos.
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