sábado, 28 de agosto de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Deleitosa y de buen temple

 

            



                                                          

“Dijéronme - escribió Santa Teresa - grandes bienes de la tierra, y con razón, que es muy deleitosa y de buen temple”. Lo dejó dicho en su Libro de Fundaciones – recorrió toda España con su labor de reformas – en situaciones poco confortables, “con cansancio de caminos, con aguas y nieves y con perderlos”.

 

Llegó la santa a Beas de Segura, en la Sierra, y dio en llevar a cabo fundación por 1575, y les concedió el privilegio de ser primero de cuantos conventos – Carmelo Reformado - se fundaron en Andalucía. Y porque el destino o quien todo lo puede, lo quiso. ¡Vaya usted a saber! se hizo posible y se cumplió que “lo que Dios quiere pasa y lo que Él no quiere, no pasa”. Y así la santa de Ávila y el Carmelo llegaron a Beas

 

Beas porque es camino de entrada se llamó Vías de Segura. Es municipio poblado - ahora el que más de la Sierra - desde antiguo, y si por demás, entre que tuvo y tiene (que al tiempo y al hombre les sobra capacidad de destrucción) palacio, el de los Sandovales del XV, conventos de franciscanos y clarisas, iglesias y edificios civiles y archivos que se avienen a decir de la feracidad del lugar donde el pan no fue escaso y la naturaleza generosa en facilitar  subsistencias... La aclaración para muchas dudas y preguntas está ahí y es obvia.

 

En su suelo hay sellos del paleolítico, del neolítico, de iberos, y de los romanos, del que queda un puente – con más de dos mil años de historia sobre sus piedras – para salvar el Guadalimar y por el que se dice que se marchó Santa Teresa de Beas, camino de Sevilla, después de la fundar el Convento de Carmelitas, y de los muslimes... y de otras cosas que han ido dejando los hombres.

 

Sierra – pino carrasco, nigral y piñonero – encinas, quejigos y coscojas, romero, genista…y campo de labor se dan la mano y propician una fauna de gamos, corzos, ciervos, liebres y conejos…

 

Vuélvete sobre tus pasos. Otra vez caminas con el río. Caracolea con la carretera y  toma el nombre del pueblo. Tributa al Guadalimar y luego al Guadalquivir… Ya sabes aquello de “nuestras vidas son los ríos que...”. Árboles de ribera marcan el rumbo a seguir. La tierra de labor se abre a ambos lados...

 

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