lunes, 23 de agosto de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mosquitos

 

 

                                     


¡Vaya tela con el bichito! Los bichos no nos dejan vivir. “De chico con el coco y de grande…” No, no son los civiles ¡qué bastante tienen los hombres con lo que aguantan! De grande, quería decir con los virus, los insectos y con la madre que los parió que no nos dejan vivir.

Decía Federico que para los barcos de vela Sevilla tenía un camino (“por los ríos de Granada / solo reman los suspiros”), y ahora, ha habilitado un espacio la marisma para los mosquitos.

Informan en la radio que ha muerto una persona – y hay varias infectadas – a consecuencia de la picadura de un dichoso mosquito que transmite el virus WNV. Produce encefalitis, fiebre y puede llevar a la muerte. Vino hace unos años desde el Nilo, ¡con lo lejos que está eso! a los arrozales de las marismas del Guadalquivir. Allí por picaduras a equinos y a aves, luego puede transmitirse a humanos.

Los alcaldes de la zona arremeten contra la Junta por falta de previsión, que se defiende y dice que sí se ha fumigado. Al parecer – eso lo digo yo - con tanto tiento, que los mosquitos se ríen de los peces de colores, de los insecticidas y de los fumigadores. Casi hacen cortes de mangas; en la población crece la zozobra y el miedo.

Entre las normas que aconsejan como protección (al parecer, todavía no hay que usar la mascarilla, que todo se andará) dicen que se pongan mosquiteras en puertas y ventanas, se eviten paseos al amanecer y por las tardes, no se usen perfumes llamativos, y se empleen repelentes, se huya de las zonas húmedas, y de aguas estancadas.




Tengo una amiga que vive en La Puebla y pasea cada mañana, por las orillas del Guadalquivir. Pienso en ella. Tiene que cambiar las costumbres y por una temporada dejar esos paseos casi de alba. A nosotros nos va a privar de unas fotos únicas que capta cuando el amanecer se asoma al río. Lo recoge con la cámara de su teléfono y  luego nos lo regala (como aquel puñado de camarones una mañana en Coria…)

Entre telediarios, de donde se puede escapar una bala o un bicho de esos que tienen un aspecto fiero, tan fiero que sus caras dan más miedo que las metralletas que llevan en las manos, las informaciones de los contagios por el virus pandémico, y ahora con el mosquito…¡Dios mío, Dios mío!




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