Por Benatae nos vamos a Siles. Los olivos
sulfatados con cobre, toman un color azulado. Su ramas son cuentas de un
rosario de ungüento. Al llegar - el urbanismo da un toque de atención - sabes
que estás en la “capital de
Crestean desde Pozo Alcón a Segura, con cimas
que superan o rondan los dos mil metros. A saber: Empanadas y Cabañas, por encima; Las Banderillas y El Calar de
Juana, casi.
Para subir a estas alturas, hacen falta tres
cosas: tiempo, preparación física e información para llegar y no perderte. (No
es mala costumbre echar mano de las Guías o de los guías que son más caros,
pero si das con uno enamorado de
Desde el Calar de Juana, y si el día porque sea
invierno está nevado, la belleza es de las que marcan época. A pedir de mano se abre ante ti
Alguien
dijo que Siles toma nombre del latín y
significa “callada” y hace canto a parajes únicos envueltos en el silencio
interior y exterior de toda la Sierra. Siles fue cantada -Libro de Montería-
por Alfonso XI: “Un arraz bien se guisó
/ de Guadiz con gran mesnada / e sobre Siles se posó / con grande
gente e mesnada”.
Es fronteriza con Albacete, (nosotros, y digo
nosotros Juan, Andrés y quien lo cuenta, veníamos de Los Chorros donde
‘revienta’ el río Mundo). Era otoño. Llovía y el reventón se había producido la
tarde antes. Empapados, las estufas de un bar en Riópar nos secaron la ropa…La
tierra de Albacete queda a pedir de mano. Perteneció a muchos: Fíjate: Orden de Santiago, Reino de Murcia,
Obispado de Cartagena...
Pues aún hay más. Pacificada por Abderramán III,
mozárabe, frontera con el reino nazarí...
Dicen que en
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