domingo, 22 de agosto de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Siles, el silencio de la Sierra

 

 


Por Benatae nos vamos a Siles. Los olivos sulfatados con cobre, toman un color azulado. Su ramas son cuentas de un rosario de ungüento. Al llegar - el urbanismo da un toque de atención - sabes que estás en la “capital de la Sierra” - de Segura, por supuesto – y que aquí las Sierras se dan la mano unas a otras: de Pozo, Almorchón, del Cuquillo..., en una continuidad asombrosa como si asidas jugasen a una rueda gigantesca e imaginaria, enlazadas en una cadena larga, larga, y al final, todas toman el nombre en común.

 

Crestean desde Pozo Alcón a Segura, con cimas que superan o rondan los dos mil metros. A saber: Empanadas y Cabañas,  por encima; Las Banderillas y El Calar de Juana, casi.

 

Para subir a estas alturas, hacen falta tres cosas: tiempo, preparación física e información para llegar y no perderte. (No es mala costumbre echar mano de las Guías o de los guías que son más caros, pero si das con uno enamorado de la Sierra, entonces ni te cuento.)

 

Desde el Calar de Juana, y si el día porque sea invierno está nevado, la belleza es de las que marcan época.  A pedir de mano se abre ante ti la Hoya de Baza, y al fondo, cerrando el paisaje, la gran barrera de Sierra Nevada.

 

Alguien dijo que  Siles toma nombre del latín y significa “callada” y hace canto a parajes únicos envueltos en el silencio interior y exterior de toda la Sierra. Siles fue cantada -Libro de Montería- por Alfonso XI: “Un arraz bien se guisó / de Guadiz con gran mesnada / e sobre Siles se posó / con grande gente e mesnada”.    

 

Es fronteriza con Albacete, (nosotros, y digo nosotros Juan, Andrés y quien lo cuenta, veníamos de Los Chorros donde ‘revienta’ el río Mundo). Era otoño. Llovía y el reventón se había producido la tarde antes. Empapados, las estufas de un bar en Riópar nos secaron la ropa…La tierra de Albacete queda a pedir de mano. Perteneció a muchos:  Fíjate: Orden de Santiago, Reino de Murcia, Obispado de Cartagena...

Pues aún hay más. Pacificada por Abderramán III, mozárabe, frontera con el reino nazarí...

 

Dicen que en la Casa de la Tercia, murió Rodrigo Manrique.

 

 

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