sábado, 21 de agosto de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Otro aire

 

 


Ha venido a modo de brisa extraña. Ha llegado de tierra muy lejana. Nadie lo esperaba y el factor sorpresa se ha apoderado de mucha gente, casi desconcertada por la decisión. ¡Era tan inusitada! Estamos tan poco acostumbrados a que ocurran cosas, así que cuesta dar crédito.

Al hombre lo habían cesado en las responsabilidades de su cargo a primeros de agosto. Aquello de a ‘rey muerto, otro en su puesto’, ya se había producido y el sustituto tenía el nombramiento. Vamos, que conocemos su nombre y apellidos.

Kabul, capital de Afganistán, acoge al Cuerpo Diplomático. Gabriel Ferrán Carrión ocupaba el cargo de Embajador en la máxima representación española hasta el día 3 en que fue cesado por nuestras autoridades. Un avión A-400M del Ejército del Aire repatriaba a los españoles y colaboradores de aquel polvorín donde ha estallado el caos de la guerra…

Había plazas libres en el avión y va el hombre y dice que no se sube, que se queda en tierra hasta ser el último entre los que vuelvan al lugar seguro. La imágenes del aeropuerto y del país son para echarse a temblar. Y dice que él permanece para garantizar la salida de todos…

Este hombre es hijo de diplomático. Su padre fue el primer Embajador de España ante la Comunidad, y uno de los firmantes del tratado de adhesión. O sea, que como asevera el refranero “ de casta le viene al galgo”.

En una ocasión, escuché a un corresponsal de guerra diciendo, que cuando los conflictos estallan, los que se quedan y no abandonan son la Cruz Roja y los Misioneros. Ahora, a la lista hay que añadir a un Embajador de España y diecisiete policías que intentan sacar al resto. Desconocemos el número de religiosos españoles que pueda haber en Afganistán. Probablemente no lo sepamos  nunca, pero si los hay, no me cabe la menor duda que tampoco se han vuelto.

En esta sociedad donde los valores han bajado muchos escalones, noticias como estas son una llama de esperanza para saber que todo no está perdido, que hay gente íntegra, muy honesta donde su deber, incluso cuando ya no tiene obligaciones, se impone a un comportamiento lícito y por supuesto entendible, pero que sin lugar a dudas, cantan que son de otra pasta y que a ellos los mueve otro aire.

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