Hoy te escribo a ti. Hoy, ya
ves, agosto una vez más, ha venido como siempre a la cita de cada año. Dicen
que hace más calor que otros años porque el cambio climático se impone de
manera inexorable. No lo creo. Ya sabes, cada día creo en menos cosas y me
parece que todo es como tiene que ser.
Hoy hacen veinticinco años que
aquel regalo que Dios nos mandó con nombre de astrocitoma en grado dos, cumplió
con el deber que la naturaleza – por llamarlo de alguna manera – hizo con lo
que tenía que hacer…
Las niñas se nos han hecho
grandes. Tenemos dos nietos - ¡no veas que dos nietos! – Su personalidad es tan
clara, que seguro que éstos dirán algo cuando les llegue el momento de tener
que decirlo. Pero no te voy a contar nada de ellos. Los abuelos nos ponemos
empalagosos y eso no está bien…
Yo, a veces, como pienso esas
cosas tan extrañas por dentro, tengo mis dudas si quizá tú no tengas algo que
ver en todos los cambios de mi vida, y como siempre hacías, mueves los hilos y ni
me he dado cuenta, y creo que he sido yo quien ha tomado las decisiones y quien
ha elegido… y, ya ves no es así.
He escrito un puñado de libros.
Los amigos no nos han dejado ni un momento. ¡Qué buen ramillete de amigos
teníamos cuando tú estabas por aquí y que buen ramillete de amigos tenemos y
digo, tenemos, porque también son tuyos ahora aunque no has conocido a algunos
de los que han ido llegando después de tu partida! Otros, ya están contigo y te
habrán contado cosas, muchas cosas.
Ahora, mientras escribo estas
líneas, me las ando con los recuerdos. Vienen a modo de lágrimas. Ya sabes lo
sensible que he sido siempre para algunas cosas y hay algunas que se me vienen
solas, como las estrellas que cada noche tú y yo veíamos sentados en el rancho
y que empedraban el cielo distante.
La verdad es que no sé por qué
te cuento todo esto. Tú ya estás donde se sabe todo…
A uno cuando te lee...se le humedece la mirada.
ResponderEliminarEres muy importante, muy bueno y muy escritor.