miércoles, 11 de agosto de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. No siempre fue así

 

 

                     


El gallinero futbolístico cacarea alborotado. Demasiados gallos en un gallinero pequeño, aunque aquí se habla de ‘mundial’ con una ligereza que asusta. Me pregunto si los desgraciados que mueren de miseria y opresión en el centro de África y se echan a andar por el desierto, se habrán enterado de estas cosas, pero…

Dicen que Messi – la tragedia de los llantos, para otra película – se va embolsar cantidades que marean con solo leerlas. El pollo, ¡menudo pollo!  – de gallineros va la cosa – ha sobornado y amedrentado a todos (digo todos) los presidentes del Barcelona, arrinconándolos con un ultimátum “o me das lo que te pido o me voy”. La gallina cuando se asusta, se achanca.. Ambos dos, él el primero, y los presidentes después, culpables de la ruina.

Otros jefes – representan al Estado Qatarí – dispendian dinero en el Reino Unido, en Almería (ahora ya van a hacer un estadio ‘cinco estrellas’ para cuando estén en Primera) o en Málaga, donde tuvimos, y digo tuvimos porque yo también me ilusioné, la mala suerte que nos tocó el primo… El calificativo, libre. Cada uno que le ponga el que crea oportuno. Eso sí, faltó tiempo para roturarle una rotonda.

Hace poco más de mil años, Alhaken II, segundo califa omeya de Córdoba durante quince años,  empleó el dinero y la cabeza en otras cosas. Por supuesto que no había fútbol y la gente (lo de ‘pan y espectáculos’ lo inventaron los romanos mucho antes) se divertía de otra manera.

Dicen de él, que era un gobernante culto, muy culto, lo que ya es una rareza. Tuvo una pléyade de copistas de obras literarias compradas en todo el mundo donde, además de los hombres, trabajaban 140 mujeres, o sea, que sabían leer y escribir, lo que ya es otra rareza, y que su biblioteca rondaba los cuatrocientos mil volúmenes, algunos con acotaciones de su puño y letra, o sea, que los había leído.

Durante su reinado amplío la mezquita de Córdoba, ciudad que alcanzó su máximo apogeo dentro del período del Califato, mantuvo la paz con los reinos cristianos y buscó la prosperidad en todo el territorio de Al-Andalus. Las letras y las artes alcanzaron cotas desconocidas hasta entonces.

No todo fueron luces. De este oropel de despilfarro de dinero de hoy, ¿qué dirán cuando pasen mil años, año más o años menos?




 

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