Caleruega es un pueblo que hoy
no llega a quinientos habitantes entre la Sierra de la Demanda y la Ribera del
Duero, en la provincia de Burgos. Gumiel de Izán solo lo supera en puñado de
censados, y en la proximidad a Aranda de Duero, la ‘capital’ de la comarca.
Entre ambos transcurrió la infancia y la juventud de uno de los hombres más
influyentes en la Historia de la Iglesia.
Domingo de Guzmán nació en
Caleruega en 1170 (ocho de agosto) y murió en Bolonia, Sacro Imperio Romano
Germánico en 1221 (seis de agosto) solo dos días antes de cumplir los cincuenta
y un años. Fundó la Orden de Predicadores ‘Dominicos’, para combatir la herejía
de los Cátaros extendida por el sur de Francia.
En su juventud, fue formado por
un tío suyo, cura de Gumiel de Izán, hermano de su madre. Su familia,
profundamente religiosa. Su madre y un hermano son reconocidos como beatos por
la Iglesia.
Pasó por Palencia y Osma donde
ocupó cargos relevantes en sus obispados dedicados a su formación personal,
primero, y luego a los de los demás. Desarrolló también trabajos en embajadas
diplomáticas, en Dinamarca y Roma para el rey de Castilla, Alfonso VIII. La
creciente herejía de los Cátaros le impulsó a fundar una Orden que la
combatiese con la palabra. Viajó varias veces a Roma, una de ellas como asesor
del obispo de Toulouse, al IV Concilio de Letrán. Le ofrecieron por tres veces,
y todas rechazadas, mitras episcopales
en Conserans, Béziers y Cominges.
A Santo Domingo de Guzmán se le
atribuye también la difusión del rezo de rosario (150 Ave Marías) que el pueblo
analfabeto repetía al no poder leer los salmos de las horas canónicas que se
rezaban a lo largo del día.
La leyenda dice que el perro
con la antorcha encendida en la boca, fue fruto de la lectura de un sueño que
su madre había tenido y que interpretado por Santo Domingo de Silos, cercano a
su pueblo, y donde había establecido una comunidad de Benedictinos. Le predijo
que su hijo sería el difusor del ardor de la palabra emanada de Dios. También
se usa en su simbología una azucena, pureza en su vida y una estrella, sabiduría de Dios.
La Orden de Predicadores o
Dominicos es una de las grandes Órdenes de la Iglesia.
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