Entre el oro y el moro, el hambre. Eso de no tener qué comer,
en todos sitios, se conoce como hambre. Se puede adornar como se quiera, que si
hambre de justicia, que si hambre de una vida mejor, que si hambre por dejar
atrás la miseria, que si hambre de nuevas ilusiones, que si hambre por
implantar un nuevo orden social…. Al final, se concreta en una palabra maldita
en la historia de la humanidad: hambre.
El ser humano habita desde hace tropecientos mil años sobre
la superficie de este planeta. Hay tres cosas que no consigue dominar: la
guerra, morir con dolor y el hambre. Las tres, tienen soluciones pero al
parecer – solo hay que abrir los periódicos en cualquier momento - las tres realidades saltan y golpean como
mínimo a la vista. Lo de golpear las conciencias ya es otra cosa.
En la lejanía, suelen decir los astronautas, esos hombres
privilegiados que salen al espacio, es una bola celeste o azul, que para el
caso es lo mismo, solo que varía la intensidad del color pero que debe ser algo
precioso.
¿Cómo se ve en la proximidad? Ese es otro cantar. Los
chavales que han venido a la ‘excursión’ de un día en Ceuta donde les contaron
que iban jugar ¡algunos de ellos, un partido con Ronaldo! Deben tener ya otro
sentido del color del oro que le habían vendido porque ellos siguen siendo
súbditos – lo de ciudadanos des otro cantar – de un país al que la publicidad
vende como “el amable vecino de enfrente”.
También deben tener otra visión del color los que cruzan
andando las enormes extensiones de tierra que llamamos desierto o los que se
suben en cayucos y pateras para cruzar una superficie de agua tan grande que
nunca la soñaron así.
Hay otro color. El color de los que hacen esas declaraciones
que aterran y a las que uno no tiene palabras para calificar…. Oro prometido
que a veces no llega ni a oropel y que se queda en ilusión. Moros que viven
creyendo que al otro lado, los perros no tienen al cuello cadenas sino
longanizas, o sea una prosperidad que no logran alcanzar… Hombres de almas
negras que rigen sus vidas con las que negocian y se enriquecen… He decidido
ver menos aún de lo que la veo la televisión. Total ¿para qué?
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