El viento de levante, ha cambiado
el cielo azul por uno brumoso y oscuro. El terral del fin de semana, ha buscado
otros lares y ha dejado que entre ese viento que viene del mar, en la misma
dirección que el sol, cuando amanece cada día. Hasta media mañana, las nubes
ponen un toldo plomizo, luego, cuando llega la tarde, las nubes de dispersan y
aparece otra vez la calor.
Lo dijo el romance. Era por mayo
cuando hace la calor y los trigos encañan y las amapolas del camino, dejan paso
a otras yerbas, cientos, miles de yerbas de las que no sabemos sus nombres,
pero que son pinceladas de color que ya se van agostando.
Las bellotas, incipientes
tentaciones a modo de zarcillos, penden de sus ramas. Dentro de unos meses,
cuando después del verano, el otoño las madure, completarán inexorablemente el
ciclo de la vida que cada año se cumple. Algo parecido ocurre con las aceitunas,
que están empezando a coger cuaje y con las viñas y con…
Han llegado las frutas de verano.
Son las primeras frutas del verano, aunque ahora por mor de que no existen
fronteras y que las comunicaciones acercan los puntos más distantes, comemos
uvas del cono Sur en invierno, tenemos sandías en todos tiempos, y no faltan en
las fruterías ciruelas, peras, manzanas…
Lo que parece que falta y en
cantidades enormes, es la sensibilidad en las entidades bancarias. En su voraz
deseo de ganar más y más – con nuestro dinero, por supuesto – han suprimido puestos
de servicio en el interior de las entidades y ha echado literalmente a la gente
a la calle. A unos, privándoles del puesto de trabajo, a otros obligándoles a
que hagan colas en las aceras para poder usar los cajeros automáticos. Es una
vergüenza (pedirles vergüenza a ellos es una entelequia) cómo están tratando a
los usuarios. Es también vergonzoso, que las que se dicen autoridades, se lo
permitan.
No ocurre así con los pájaros.
Están agotando los últimos pasos del ciclo de la primavera, para la pervivencia
de la especie. Hace unos días, descubrí que una pareja de jilgueros hacía su
nido entre el entramado de pámpanos de la parra. Es maravilloso ver cómo la
naturaleza nos envía mensajes constantes a los que nosotros ni miramos. Es la
mano de Dios…
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