Nació en Madrid, y de niño
veraneaba en Santander. Allí, conoció a don Benito Pérez Galdós, a José María
de Pereda, a don Marcelino Menéndez Pelayo…
En una ocasión, don Gregorio dijo
que un liberal era la persona que estaba dispuesta a entenderse con quien
opinaba de manera diferente y que, además, admitía que el fin, nunca justica
los medios.
Perteneció – uno de los pocos
españoles que lo han conseguido – a cinco Academias: Real Academia Española, de
la Historia, de la de Bellas Artes, de la de Medicina, y de la de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales. Está considerado como el padre de la
Endocrinología en España y durante cuarenta años, dirigió la cátedra en el
Hospital Central de Madrid.
En 1922 acompañó a Alfonso XIII
en su viaje a las Hurdes. Cuenta cosas terribles de aquel viaje que hoy incluso
duelen al escucharlas. El enanismo, los problemas de hipófisis, el
subdesarrollo y la miseria, campaban por aquel territorio. Tuvieron que llevarlo
todo a un lugar donde no había de nada, en tiendas de campaña del ejército,
para facilitar la intendencia…
El doctor Marañón dice que al
concluir el almuerzo alguien pidió café con leche. Se lo sirvieron. Uno de los
personajes locales que estaba en el comité de recepción, se interesó por el
parecer del comensal en cuanto al café con leche, y directamente le dijo: “es
que la leche era de mi mujer”.
Al regresar a Madrid, ven cómo
pasa el tiempo y lo poco que se hace por solucionar esos problemas. Cunde el desánimo
general. Funda la Agrupación al Servicio de la Republica con Pérez Ayala,
Ortega y Gasset, Machado... Se autodefinía como “el partero de la República”. Años después, Ortega ve el derrotero de las
cosas y sentenció: “No es esto, no es esto”.
En 1937 se exilia en París. Fue
de los primeros en regresar. El Régimen le deparó un trato deferencial. Su
obra, inmensa. Imprescindible para conocer a personajes como don Juan, Antonio
Pérez, el Conde-Duque de Olivares, Amiel o el Greco, de quien dice que no
habría sido la figura universal que fue, de no haber vivido en Toledo… Demostró
que su colección de Apóstoles, eran enfermos del Hospital de Afuera.
Se definía a sí mismo como “un trapero del tiempo”. Pasaba temporadas – cuando Toledo estaba tan lejos – en su Cigarral de Menores, al otro lado del río Tajo…
Machado, Marañón, Ortega y Gasset, Pérez de Ayala. Presentan la Agrupación al Servicio de la República.
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