miércoles, 19 de mayo de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El río aquel...

 

                                    


Y baja el río trayendo en sus aguas sabor a retamas y a olivos tiernos, y baja el río con la primavera de Cazorla en sus entrañas y va camino de la Marisma… y ¿luego? luego Sanlúcar y, ¿luego?, la mar océana por donde el sol se va cada tarde camino de América.  Y baja el Guadalquivir con Sevilla a un lado; al otro, Triana, y aguas abajo, Coria y La Puebla y…

Y trae sabor a campiñas de trigos espigados y a campos de siega y en las noches de verano espolvorea esencia del rastrojo seco bajo un cielo de estrellas lejanas. Zurean las palomas cuando abre el día y buscan, picoteando, el grano perdido en la tierra…

Refleja el río en el espejo de sus aguas olivares de Jaén que peinan campos con cortijos solitarios a la sombra de castillos viejos, de cielos azules que coronan Sierra Mágina, y allá, enfrente, a lo lejos, pero muy a lo lejos,  ve como se derrite la nieve cuando comienzan las calores del estío y ven, en las noches lúgubres, como se acercan  las lechuzas y vienen a beber en los velones de aceite de Santa María…. Lo contó un día don Antonio, y si él lo dijo…

Hay un revuelo de sangre de los Ortega que se pierde entre sus aguas y por ahí se queda parado el aire porque lo corta la muleta de Joselito o un paseíllo de Curro, o un molinete de Belmonte que ve como se asoma la Giralda sin clarines ni timbales… Y Gelves, lo acaricia al  irse despacio entre arboledas en los sotos con lirios morados y pajarillos nuevos.

Coria, camaronera. Coria de samuráis e historia contenida en los papeles viejos. La Puebla de Morante que se pregunta, una, y otra vez, más veces y no tiene respuesta: ¿”si esto es una media, Dios mío, cómo será una entera”?

Federico dijo que era es camino natural por el que los barcos llegaban a Sevilla. Allí, en su orilla, la Torre del Oro aguardaba las galeras, pero ¡ay!  ya no vienen al caer la tarde, como tampoco se reparten fechorías, al alba,  Rinconete y Cortadillo en las escalinatas de catedral, ni hay niños soñando faenas de gloria que abren la Puerta Grande que da al río aquel que besa a Sevilla a un lado;  y  en el otro a Triana…

 

 

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