Necesitamos creer en algo. Un
amigo mío decía, que la fe arranca donde termina la limitación del hombre. (Un
teólogo moderno, eso sí en religión, que era ‘un salto al vacío’, pero eso es
otra cosa).
Tampoco voy a entrar en aquella
afirmación que dicen que dijo don Miguel de Unamuno: “entre Dios y yo, no
necesito ningún puente”. Casi se lo comen. Es una exageración, porque nadie iba
a ejercer la antropofagia,es ese el tema pero las críticas fueron exacerbadas.
Puede que sea verdad y puede que no, tampoco ese es el tema.
En los momentos de más agobio
buscamos algo sobrenatural que, ayudando a nuestras propias fuerzas, nos
permita superarlo. Así aparecen las promesas, las mandas, los exvotos que vemos
colgados en los camarines de muchas iglesias.
A veces, la cosa se sale por
otros cauces y aparecen los relicarios, o los trozos de vestidos, ropas,
enseres personales de personas que sobresalieron en sus vidas normales, y que
incluso a algunos, la iglesia elevó a los altares para ser venerados por sus
virtudes. Todo eso cercano, puede ayudar, según qué momentos.
Decían que Franco tenía un brazo
de Santa Teresa en su alcoba y que a su muerte, se devolvió al convento de la
Merced de Ronda, que era de donde procedía, aunque la santa de Ávila murió en
Alba de Tormes que está en Salamanca, pero casi la repartieron a cachitos por
esas tierras de Dios. Cosas de la vida.
Hay cantidad de ‘Lignun Crucis’ esparcidos
por todo el orbe. A uno le lleva a pensar que de ser cierto, que es la Cruz en
la que murió Jesucristo, debía ser de unas proporciones descomunales, porque
hecha astillas, por muy pequeñas que sean, no da para tanto. Unos arqueólogos
israelíes, ahora hablan del hallazgo de los clavos de Cristo….
Y así podemos hacer un enorme
abanico: en Nápoles enseñan la sangre de San Genaro licuada, creo recordar. En
otros sitios periódicamente sale el tema de las apariciones de la Virgen, casi
con una similitud asombrosa.
En la catedral de Colonia, muestran
la reliquia del sepulcro de los Reyes Magos y en el Monasterio de las Descalzas
Reales de Madrid, convento que fundó Juana de Austria en el siglo XVI, tienen
un relicario que guarda ‘una paja del pesebre donde nació Jesús’ . Está claro,
necesitamos creer en algo.
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