Catalina era una mujer mayor, ligera
de peso y siempre vestida de negro. Hablaba de corrido y se recogía el pelo con
un roete en la parte posterior de la nuca. Muy ordenada, de limpia era
pulcra y muy amante de las flores.
Me acerqué a saludarla. Hacía
tiempo que no la veía y quería darle una vuelta.
-
Me han dicho que tienes una nieta nueva…
-
Calla, calla. ¡Una monería! Si la vieras… Morena,
con los ojos grandes, unos labios preciosos… ¡Y es de buena! Se parece a su
madre cuando chica…
-
Y, ¿cómo le han puesto? ¿Cómo tú? ¡Ay, hijo! ¡Qué va! Yo les tenía
encargado que no le pusieran mi nombre, que no me gusta y le han puesto un nombre
uva…
-
¿De uva? ¿Mencía?
-
No, no, un nombre como aquellas uvas que traían de
ahí de la parte de Vélez, lairele…
-
¿Lairele? ¿No será Irene?
-
Eso, eso, que yo con los nombre me hago un lío..
-
Y, tú nieto, ¿cómo le va en el colegio?
-
Bien, saca unas notas regulares. El maestro dice
que es mu distraío, pero es un genio. ¡Un genio! ¿Te acuerdas de aquel reloj que compró mi hija en Ceuta?
-
¿?
-
Po lo cogió y en un rato lo esfarató.
Algunos tornillos se le cayeron por el suelo pero yo le dije: no sufras, yo paso
el cepillo y se recogen. Mi hija dijo que lo tiraría…
-
¿A la basura?
-
No, a eso que han puesto nuevo y se llevan las
cosas por separao: papeles, flejes, latas… Y luego con eso hacen otras
cosas…
-
Catalina eso se llama reciclaje, pero el reloj…
-
Bueno, atrasaba mucho y cuando le parecía se
paraba hasta que mi yerno le ponía unas pilas nuevas que compraba ancá Diego…
-
¿Cómo está tu yerno?
-
Hijo, no para. Yo le digo: vente a media mañana y
te hago una maquinilla de café, per la Iné no lo deja…
-
¿La jefa?
-
No, no, él es el jefe, la iné es el sitio
donde trabaja, la oficina que estaba en la calle Negrillos, que ahora se han
traído a los bajos de la Cancula…
-
Catalina, el INEM…
Cuando salí a la calle, me
rondaba por la cabeza: ¡qué pena que el andaluz se hable pero no se escriba…!
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