Lo conocí, mejor, supe de su obra
hace unos años. Demasiado tarde. Debió ser antes, pero no fue. Las cosas son como son. Había oído hablar de él – uno
de los grandes del siglo XX – pero no conocía sus escritos.
Hace ocho o diez años, mi amigo
Joaquín Franquelo (un poco antes de que él, mi hermano Antonio y yo nos
fuésemos unos días de encierro al Monasterio de El Parral, en Segovia) se
presentó en mi casa y me trajo A Sangre y Fuego. Héroes, bestias y mártires
de España. Toma, me dijo: “te va a gustar…” Soberbio, algo soberbio.
Unos años después, Barbeito, ¿pudo
ser cuando a Morante lo hicieron Hijo predilecto de su tierra, La Puebla del Rio?,
me habló de Juan Belmonte, matador de toros. Si les digo que es la mejor
biografía del ‘Pasmo de Triana’, me quedo corto. Uno no sabe cuándo habla Juan,
cuando lo hace Manuel Chaves Nogales o cuando la literatura es quien usa la
muleta para llevar a lector a donde quiere llevarlo.
La tercera obra, Semana Santa
en Sevilla. Es ‘otra visión’. Una manera diferente de ver algo que se sale
de lo cotidiano. Me lo trajo Manuela Domínguez, era un regalo de su marido, Antonio
Asenjo, en uno de sus últimas visitas a Álora, a donde tiene que volver en
cuanto pase esta plaga que nos azota.
Andrés Trapiello – con Muñoz
Molina – prologa la Obra Completa, un estuche con Cinco Tomos y más de tres mil
seiscientas páginas. Libros del Asteroide, que acaba de presentarse en la
Diputación de Sevilla. Trapiello, en su
último libro Madrid, que ha salido en octubre, dice que la obra de
Chaves, y sobre todo, el prólogo de A Sangre y fuego debería ser lectura
obligatoria en los Institutos de Enseñanza de España, pero claro, cuando uno ve
que los alumnos van a titular con suspensos, eso de que lean se le hace un poco
cuesta arriba.
Trapiello, en Las armas y las letras (éste vino de la mano de Fulgencio Martos) habla
de su tiempo de director de Ahora, periódico que incautó el Frente
Popular. Cita: “Yo […] que no
tengo ninguna simpatía por la dictadura del proletariado […] me puse al servicio
de los obreros como antes lo había estado a las órdenes del capitalista”. ¿Cabe
más sentido de la objetividad y espíritu de trabajo en un periodista?
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