Desde Santiago Millas, Astorga sí se ve. Poco más de diez
kilómetros. Los habitantes de aquella tierra lo andaban todo y dejaban atrás
Astorga y toda la tierra maragata. Tenían el mejor negocio de arrieros de España y llevaban mercancías por todos
sitios.
Allí nació Santiago Alonso Cordero.
Comenzó de arriero, luego, - de inteligencia natural fuera de lo común -, subió
y subió y subió. A mediados del XIX está en Madrid y fue entonces, uno de los
hombres más ricos de España. Se cuenta que, a Isabel II en una visita le
alfombró el suelo con monedas de oro… Vamos, como quien echa mano a la
calderilla del bolsillo.
En Madrid ‘todo’ le salía bien. Compró
(no dicen quienes escriben de él si por la mañana o por la tarde), todos los
décimos de la Lotería Nacional y naturalmente: ¡tocó! Al ir a cobrar, no había
dinero para abonar todo lo ganado por el maragato…
Llega la negociación. El gobierno
le ofrece el solar del antiguo Convento de San Felipe el Real, - en sus escalinatas,
todos los chismes de Madrid - junto a la
Puerta del Sol. Dicen que pagó diecisiete mil reales y que hubo componendas
entre Mendizábal y Santiago y que se llegó a un acuerdo (No cuantifican el
importe de la corruptela pero a ¿qué suena la música?).
Al personaje lo recoge Galdós:
“es un hombre, dijo, risueño y frescote, con cara de obispo, de maneras algo
encogidas […] se enriqueció, en el acarreo de suministros…”
Naturalmente entró en política.
Acudía al Congreso con el traje típico de maragato, con los escándalos
correspondientes de sus compañeros de escaños (¿a que suena también eso de ir
con peinados ‘diferentes’ y ropa distinta?). Fue también, Presidente de la
Diputación de Madrid…
Y, ¡oh curiosidad!, en el solar,
esquina de la Puerta del Sol con la calle
Mayor, construyó el primer edificio ‘moderno’ de Madrid, seis edificios en uno
con todas las comodidades de la época. El pueblo, de momento, lo bautizó como
‘Casa Cordero’ y tuvieron hasta que inventarse un escudo nobiliario - rimbombancia
obliga - para la fachada.
Ese edificio es también
tristemente famoso porque en sus bajos, en la cafetería Rolando, ETA cometió el
atentado que se conoció con el nombre de “Calle del Correo”. Murieron 13
personas, los asesinos, amnistiados; el maragato, que murió de cólera, en el
olvido. ¡La vida!
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