“Un tranvía de sol con
jardinera…” fue el que vio Manuel Alcántara, aquel niño de los cuarenta, cuando
su padre lo llevaba de la mano. Dice el maestro que había también concurso de
sirenas y delfines en los Baños del Carmen, pitidos de barcos que se van ¿y no
se han ido?, palomas y “biznagas que han querido serlo para volar”, y que no se estaba ya en guerra aquel verano,
en que él estudiaba “segundo de jazmines”.
Hace un montón de años, vi los
primeros tranvías modernos de Europa. Era una tarde de sol dorado, como esta de
hoy, de noviembre, pero en Estrasburgo. Habíamos estado sentados en la plaza de
la Catedral y todo era asombroso, tan asombroso, que aquellos vehículos unidos
a un cable desde su techo, ponían un acento especial.
En España hacía mucho tiempo que
habían desaparecido los tranvías de las ciudades. En algunos ayuntamiento se
planteaban dar solución a la saturación del tráfico para trasladar a las
personas por las ciudades. No se cabía con tanto coche. La decisión era
difícil, la inversión grande, y los resultados tan en el aire como los cables
que festoneaban el cielo entre los edificios cada vez más altos, desaforados y
esperpénticos.
Comenzaron a circular unos
tranvías diferentes por muchas ciudades. No llevaban en sus frontales un
número, ni en sus costados una leyenda donde se invitaba a la gente a beber
‘Anís del Mono’ – que se fabricaba en Badalona y se bebía en toda España –
ni a los hombres a rasurarse con hojas
de afeitar La Palmera, tomar el
aperitivo con Cinzano, o una Ginebra seca que tenía que ser Larios.
En otros lugares – iban cayendo
inexorablemente las hojas del almanaque – la fiebre llegó a tal grado, que se
pusieron a construir tranvías sin estudios de mercado, sin análisis de lo que
realmente demandaba la población, sin ver siquiera si había necesidad ni presupuesto
para la obra, que se vería ahogada al poco tiempo por los gastos financieros….
(Entre Vélez y Torre del Mar se construyó uno que creo que se terminó vendiendo
a Australia o Nueva Zelanda, o por aquellos barrios).
Hace unas noches, la policía de
Málaga detuvo a una mujer que circulada en dirección contraria por la vías del
tranvía. Le echó la culpa al GPS, el análisis dijo otra cosa. Dejó claro que
triplicaba la tasa de alcohol permitida…..
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