Ha amanecido un día desabrido. Nublado
y ventoso. Dijo ayer, el hombre del tiempo que el levante arreciaría en el
Estrecho. Se hace notar. Se agitan las ramas de los árboles. La gente lleva
ropa de más abrigo que otros días.
El otoño ha presentado tarjeta de
visita. No es normal el nivel de temperaturas tan altas a finales de noviembre
de estos días. Me entero que en otros sitios de la Península sí hace un día
soleado. Por la mañana bancos de niebla en los cursos de los ríos. ¿Inversión
térmica?
La radio trae malas noticias. El
‘amable vecino de enfrente’… Eso. Ya se sabe cómo se las gasta Marruecos en
cuanto ve debilidad en el complaciente vecino de este lado del mar. Fue también
en torno en noviembre de 1975 cuando
organizaron la ‘Marcha verde’. Ahora el Polisario vuelve a enseñar las uñas y
ellos, o sea, Marruecos presenta las credenciales invadiendo Canarias con gente
que huye.
El gobierno tiene una patata
caliente en la boca. Dicen que hay desavenencias entre sus propios ministros.
Yo tengo por norma no escribir de política. Me lo he impuesto pero eso no quita
para que a uno se le venga una preocupación más encima.
Veo, en el canal Viajar un
programa sobre Tesalónica. Es de la BBC. El reportero Rick Stein. Lo enfoca,
principalmente, en la cocina. Interesante y ‘sabroso’. En unos días he visto
otros dos reportajes más, sobre la ciudad del Egeo. Uno, de Simon Reeve, basado
en aspectos históricos, otro de Michael Portillo, fundamentado en los pormenores
del paisaje después de pasar por Delfos y todo lo que suponía el oráculo. Los
tres excelentes. Esos tres programas de la BBC merecen la pena.
Uno tenía noticias de Tesalónica
por las Epístolas de San Pablo. Le escribió su comunidad cristiana dos cartas. La
primera desde Corinto, conjuntamente con Silvano y Timoteo que acababa de
regresar de su viaje por Macedonia -
Tesalónica es la capital – y les habla de la importancia del Espíritu Santo. La
segunda, desde Antioquía de Siria y les apremia para que no hagan caso de
noticias falsas sobre una segunda venida de Cristo. Este Pablo tenía las ideas
muy claras.
Sigue el viento. Sopla con menos
intensidad. Apunta algo de sol entre las nubes. Se hace bueno el refrán: “No
hay sábado sin sol, ni mocita sin amor”.
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