Almuradiel está conforme se
salva Despeñaperros, un poco más al norte, en el camino que lleva, desde
Andalucía, a Madrid. Bueno, lo de camino, un eufemismo. Una autovía acerca las
distancias; la hace más corta, en el tiempo, de no ser por las limitaciones de
velocidad.
El viajero recuerda cuando la
carretera, N-IV, pasaba por el centro del pueblo. Aún no era la calle del
Doctor Patricio Fernández y Casa Marcos
no tenía el emporio hostelero en la otra orilla. En los comercios ofrecían la
venta de queso. Para evita el hurto, el ‘queso’, expuesto en la calle, era un trozo de madera circular con una
imitación perfecta…
Madrid y Málaga se unían en
solo “doce horas”. “Cuando terminen la autovía esto será un paseo”. “Ya no
habrá que hacer parada en el “Salto del Fraile y en Almuradiel”… Casi todo se
ha cumplido. El Viajero sí sigue haciendo la parada en Almuradiel.
Un mástil a la salida del pueblo. Muchas veces
se había preguntado. ¿Qué hace un mástil de un barco en medio de esta tierra de
tan adentro…? Se entera que se puso como
homenaje a gente que sirvió – como se decía en otro tiempo – en la Marina…
A poco de Almuradiel, - algo
más de seis kilómetros, en un desvío de la carretera – el Viso del Marqués. Ata
cabos. Don Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz y uno de los héroes de
Lepanto mandó edificar un palacio renacentista…. ¡Algo único, como el mástil,
pero a lo grande, en este lugar! Bellísimo.
Durante un tiempo estuvo
abandonado, luego, en 1948 la familia lo cedió a la Marina Española. Acoge el
Archivo General de la Armada. El alquiler, simbólico, una peseta al año. La
cesión, noventa años…
Dicen que don Álvaro, de
ascendencia navarra, mandó edificar allí el palacio porque equidistaba de
Lisboa – donde él murió desaconsejando la expedición de la Armada Invencible,
pero… – Cádiz y Cartagena. Tres puerto de vital importancia.
El viajero visitó el palacio
una tarde tórrida de verano. Llegó en esa hora de la siesta cuando se paraliza
todo. Aguardó bajo la sombra escuálida de un árbol… No abrían. Tocó el timbre
salió un nombre con cara malhumorada. Debió pensar ¡éstas son horas! …Todo,
esperpento. Un mástil – Minador Marte- ,
Palacio renacentista, una siesta rota, Marina
Española, Sierra Morena ahí, Don Alvaro
de Bazán, ¡Hay que viajar más!
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