Rafael de León, Quintero y
Quiroga cantaron a Málaga en la cara de la Niña de Puerta Oscura. Dijeron que
tenía los ojos de calentura y la cara como un clavel… No contaron si bajaba
desde los jardines al pie de la Alcazaba o eran las flores el arrullo que ponía
su cara como una amapola.
Media tarde. El sol se inclina
camino de la sierra de Mijas. Suena la sirena de un barco. “Un barco que se va
/ que ya se ha ido” que diría mi maestro Alcántara. Hay un vuelo pausado de
gaviotas. Toman un respiro en los muros de la fortaleza que mira al mar. La
Alcazaba siempre mira al mar. ¿Para ver los barcos venir? ¿Para ver cómo se van,
que como la Lola – otra Lola – buscan otros mares?
Dice la copla que la niña
buscaba una rosa, la rosa del mes de abril, Málaga tiene cosas así. Ya ven. En el
parque hay rosales que tienen rosas en enero para que la Niña de Puerta Oscura no
espere a las rosas del mes de abril.
He subido bajo el tibio sol de
la tarde por uno de los laterales del parque. Pasado el Ayuntamiento – estaba cansado,
el Ayuntamiento no, que eso no lo sé; yo – . Me he sentado en un banco en los
jardines de Pedro Luis Alonso.
Cuando yo era niño mi madre nos
llevaba a ver los barcos, a comer cartuchos de pulpos fritos y luego, a ver los
pájarillos que estaban enjaulados en el centro del jardín. Ya no están ni los
pajarillos, ni mi madre…
Pienso y doy vuelos a los
sentimientos. De pronto, veo cómo un mirlo ha bajado hasta la fuente. Bebe.
Bebe agua clara en el vaso de mármol. El mirlo no tiene miedo. Debe estar
acostumbrado a la gente. Ha permitido que eche mano al bolsillo, saque el móvil,
y le haga una foto.
Luego, el mirlo ha dado una
volada larga hacia uno de los pinos que orlan los jardines. Manuel Machado, en su breve guía de Andalucía
dijo que Málaga, era “cantaora”. ¿Soleares? ¿Noches de embrujo en el Perche? ¿Rumor
de olas y caracolas? Todo eso, y un mirlo diminuto que canta al alba a la Niña
de Puerta Oscura para decirle que ella sí es la rosa más bella del jardín.
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