viernes, 11 de enero de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Segorbe









Alguien dijo  que “la ciudad ideal para vivir es la que tiene Obispo y no tiene Gobernador Civil”, fui  a Segorbe y me perdí. Di más vueltas que una revolandera.  (Otros dicen otra cosa pero…, bueno, dejémoslo estar así). El GPS que es muy útil en ciertos momentos me mandaba por calles que no estaban rotuladas en las esquinas y, eso, que me perdí. Todo tuvo arreglo al final.

Tienen una fiesta de toros y caballos. Algo único. En la oficina de Turismo y vi un magnífico reportaje hecho con medios, buen gusto y profesionalidad. La gente lo llama ‘Entrada de toros y caballos’. Nunca había visto nada igual.
Los toros pastan en las riberas del Palancia. Los traen a la ciudad. Los corren por las calles pero sin empalizadas que protejan a los espectadores que se agolpan a ambos lados. Están arropados por caballista. La nobleza del animal astado, la presteza del caballo y la habilidad del jinete… todo un espectáculo. La gente abre calle. Llegan a la plaza. Me recalcaron,  “aquí no matamos al toro…”

Sé que las guías dicen muchas cosas y que dan una relación de monumentos. Yo a todos no pude acudir…



Subí por la calle de San Cristóbal. Verás. Una manera de rizar el rizo. Te cuento. Placa en su sitio. Reza así: “Calle de San Cristóbal. Antigua C/ Trinidad después llamada Cuesta de la Seo, denominada por el vulgo Rocha de la Catedral”. Tal cual. Solo que ellos lo tienen sobre cerámica y todo en mayúsculas.




Junto a la estatua levantada como monumento al obispo Luis Amigó y Ferrer una pareja de mozalbetes – probablemente desconozcan que están sentado a la sombra de un hombre que sintió gran preocupación por los jóvenes y por los encarcelados -  se fumaba un canuto. Tenían pinta de haber hecho la rabona en el Instituto. “La libertad Sancho – dijo Cervantes – es el don más preciado que tienen los hombres”.



Después entré la Catedral. La tienen dedicada a la Asunción. Visité su  claustro y hablé un rato largo con una persona amable que me vendió la entrada. Me fui donde el Museo de Aceite y compré uno desconocido hecho con la variedad autóctona de la Sierra de Espadán. Ya ven, una manera de saber de la gente… y de su aceite.

Dejé la ciudad. Camino adelante busqué la tierra cercana a Teruel…

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