Álora es ibera, romana,
cartaginesa – por muy poco tiempo - mora
y cristina. Álora es eso y algo más. Álora es un compendio de esencia que
dejaron las civilizaciones y los viajeros que por los diferentes caminos
llegaron hasta su suelo.
Ibera en los
alfares del Arroyo Hondo. Ese que baja desde La Viñuela del Solado, entre
Uriquí y las tierras que formaban los pagos de la villa. Ese que va hasta el
río por el que subieron los fenicios. Buscaban trigo y aceite. Comerciaron con
lo que aquí se daba.
Romana en
Canca, termas – hoy solo ruinas- donde la vida social se curtía en torno al baño,
al agua que manaba desde los más hondo de sus entrañas por sus fuentes. Romana
en los ‘ilurenses’ que dejaron cantidad de restos arqueológicos esparcidos por
las laderas y por las lomas donde crecía con abundancia el cereal.
La ‘Torres de Anibal’, vestigio
cartaginés – hoy solo en el recuerdo
de dos monedas de oro en el Archivo Histórico Nacional y que yo no he logrado
ver – sobre la cañada del Chamizo, dejaban constancia de una vía de
comunicación desde Malaka, en la orilla
del mar, y las tierras interiores, al otro lado de la cordillera, en las
llanuras que fertilizaba el Guadalquivir.
Mora en su
castillo. Antes del año mil ya Abderramán, el tercero, el más grande los
Califas de Occidente llega a sus puertas. Va camino del cerco de Bobastro.
Luego, - ya se sabe – intentos baldíos de conquista. Fracaso tras fracaso de
reyes castellanos. Un romance épico: ‘Álora, la bien cercada’. La muerte del
Adelantado… Reyes Católicos, rendición; final de un tiempo.
Cristiana en ese
chorreo blanco – albaicín de calles recoletas, íntimas y embrujadas en las
noches de luna; en las otras, también, en el barranco – escapado de la Vía
Láctea que se esparce a modo de capricho a los pies del Monte Hacho…
Álora, desde las cumbres es una postal que compite en belleza con lo
más hermoso que pueda ofrecérsele, o sea, su cielo azul, su vega verde
salpicadas de casitas blancas, a sol naciente por los Lagares, o ese Monte Redondo, pespunteo de montañas por
donde el sol entorna la puerta cuando se va el día…
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