martes, 1 de enero de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La noria






Mi memoria de días acumulados me habla de una noria del tiempo. Hoy dice el calendario que, en Occidente, ha comenzado un año nuevo. El refrán afirma que ‘muerto el perro se acabó la rabia’. Va a ser que no. Esto solo ha cambiado en la hojilla del almanaque.

La tradición tiene por costumbre que tres días al año no salía prensa escrita: Nochebuena, última noche del año y Sábado  Santo. Las noticias se guardaban en un cajón porque como dice el Maestro Alcántara no hay nada más viejo que un periódico de ayer…

Ahora con los digitales, - los periódicos digitales, claro-, las noticias saltan a cada momento y no pueden contenerse en el silencio. La verdad que da lo mismo porque como casi todas son tan malas como las que despedía los últimos días del  año…

Domingo Arlandi era todo un personaje. La vida no le regaló nada y le regateó casi todo. Se lo llevan a la mili y casi sin haber desembarcado se gana las dos primeras galletas de las muchas que le iban a venir después. No se inmutó. “Como sigáis así  - cuentan que dijo – que bulla vais a tener aquí”… Me temo eso que usted está pensando. La cosa pinta nada más que regular.

Alguien afirma que nunca se hacen más buenos propósitos que en esto días. Yo he tenido la suerte de escuchar muchos de los que no se van a poner en prácticas. Tampoco he tenido mucha suerte y no he escuchado a nadie que diga que va a estudiar uzbeko, karapalpako o kirguís, con lo útil que deben ser esos idiomas para observar el paso de tórtolas por calle Larios… ¡Vamos, digo yo!

Mi memoria selectiva me hace separar churras de merinas y veo como se escurren las nubes de paso sobre la caliza del Torcal, como han florecido los almendros a pesar de todo lo que nos rodea, y como el  campo donde los ‘pujales’ nacen con mucho, pero que con mucho trabajito porque no quiere llover, se festonea de puntadas blancas en las flores que anuncian que la noria sigue…



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