Gracias, Señor, por el sol de
cada mañana que salía por el Monte de las Tres Letras.
Gracias, Señor, por las palmadas y la voz que Prefecto que, indefectiblemente, llamaba cada día a las
siete y diez; los domingos, a ‘y media’.
Gracias, Señor, por el agua fría del grifo del lavabo y el
afeitado rápido que despertaba del
sueño.
Gracias, Señor, por esa media
hora de meditación (¿?), y por
celebrante que, cada día, vestía con el color del tiempo litúrgico.
Gracias, Señor, por el café con
leche y el pan con aceite y el mármol frío de la mesa del comedor…
Gracias, Señor por la campana
que anunciaba el término del tiempo de hacer la cama, y el comienzo y el fin
del estudio, de la clase, del recreo; de asistir al comedor…
Gracias, Señor, por don Rafael
y don Andrés, y don Remigio, y don Ángel, y
don Emilio Mandly – que nos enseñó Geografía – y don Tiburcio y don Juan
Luna que me hizo tener pánico – a él, y a las Matemáticas – y por todos los otros
que se me quedan en el tintero.
Gracias, Señor, por la galería
de la obediencia con sus mensajes: “Hodie”, “Cras”, “Cuco”… y por su mosaico de
piedrecitas en blanco y en negro y por la luz que entraba por sus arcos y la
otra, la que venía desde de la ventanas a los salones de techos altos, y por la
luz más importante de todas, la que Tú nos hacías brotar dentro…
Gracias, Señor, por la Virgen
Blanca del Recreo. ¿Seguirá allí en su mármol blanco y con la nariz rota por
una pedrada perdida? ¿Seguirá su concha a modo pilar sin agua a sus pies?
Gracias, Señor, por Rafael que
traía a los profesores, puntualmente, a las clases, y el guarda que nos contaba
historias con su escopeta de sal, y Diego, el barbero, que daba unos tirones de
pelo…
Gracias, Señor, por María Rosa
y por Pepe. Ella, en la portería nos avisaba de la visita y de la llegada de la
talega; él, de andar cansino, con babuchas y arrastrando los pies, nos decía
con su tintineo de llaves que había llegado la noche.
Gracias, Señor, por todos los
muchachos con los que me hiciste coincidir, en el espacio y en el tiempo, y por
el lugar, y por todos los que me dieron lo mejor de ellos mismos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario