martes, 31 de enero de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Hasta luego, enero

Se va enero. El de la cuesta. Ese que dicen que es durillo de pelar sobre todo para los viejos por aquello de los fríos y la búsqueda del calor de las recachas y las mañanas blancas con nieblas en los curso del los ríos; en los valles…; noches  largas, de cárabos y búhos y luna de gatos.

Enero nos trajo un rubio de purpurina barata –aunque dicen que está enterrado en dinero – en el pelo, una corbata roja y unos modales un tanto raros. El rubio tiene mucho poder. El rubio está podrido, al parecer, también, y eso es peor,  por dentro. Ya se sabe… No ha conocido la condición de ser hombre. ¡Qué triste!

Nos traído, enero, un temporal de mucho frío. En Levante ha pegado como los niños acosadores a otros muchachos, o sea, sin piedad. El destrozo, enorme. Hay que pensarse a ver dónde ponen de una puñetera vez los paseos marítimos. Está bien eso de hacerlos junto al mar, pero hombres de Dios, en el rebalaje, no.

Con los fríos de enero han venido las flores a los almendros. Nevadas de poesía. No dejan que se hagan  ni muñecos ni bolas, pero sí, eso de decir lo que pregonaba  Fray Juan de Yepes: “Mil gracias derramando  / paso por estos sotos con presura  / y yéndolos mirando…” Ya saben.

Se ve la mano de Dios con más esplendor aún, cuando el día llega a su mediación, y entonces, el campo rebosa ya florecillas nuevas. Está la yerbabonita rabiosa y ahíta de pincelas amarillas en prados verdes. Ha florecido el romero y perfuma los terrenos secos. Evoca  olor a Esperanza por calle Larios.

Hay cantos de pájaros tempranos. Los chamarines ya meten brozas. Dentro de unos días los primeros nidos, cuando busque la sombra el perro, serán hitos en competencia con frutos en madurez plena entre naranjas como cantos a la sensualidad de color y néctar.


Se va enero. Terciamos el primer mes del año. A ver cómo se vienen los que quedan:  preocupación por el recibo de la luz; calabacines, por las nubes, y berenjenas, moradas ellas y las amas de casa con los precios; pateras en el mar azul vestido de luto; demasiado político suelto que vela por nosotros. Oigan, si alguno se queda en su casa, a lo mejor, salíamos ganando…Hasta luego, enero.



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