sábado, 28 de enero de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Isabel Barreto

Nació en Pontevedra hacia 1567 y murió en su Galicia natal, donde está enterrada, 45 años después, o sea en 1612 después de haber cruzado el Océano Pacífico desde Perú a Filipinas y haber vivido en Guanaco (Argentina) y Acapulco (México).

Muy joven embarcó para América. De Origen portugués, su abuelo había sido gobernador de la India portuguesa. Sus padres, Nuño Rodriguez Barreto participó en la conquista de Perú; su madre, Mariana de Castro. Eran naturales de Lisboa.

Los cuadros de la época la retratan como mujer de rasgos sensibles, bellos y dulces. Su carácter era, por el contrario, de una rudeza extrema, que la lleva a ser la primera mujer con cargo de Almirante en la Armada Española por nombramiento de su marido, Alvaro Mendaña y Neira.

Desde muy joven sabía escribir – cosa impropia para una mujer de su tiempo – y entendía el latín. Sus dotes de mando eran excepcionales. No dudó en aplicar las penas más duras, con ahorcamientos incluidos, a los amotinados durante las travesías por el Pacífico.

Su hazaña en la mar comienza en 1595. Parten del Puerto de Paita (Perú). Acompaña a su marido que muere de malaria en la travesía hacia las islas Marquesas. Previamente la nombra “heredera universal, Adelantada y Gobernadora”, en información de Fernández de Quirós, cronista de la expedición con quien tuvo serias discrepancias.

En las Marquesas descubren Fatu Hiva (Magdalena), Hiva Oa (Dominica), Tahuata (Santa Cristina), Moho Tani (San Pedro), Pokapuka (San Bernardo), Nilakita (La Solitaria)….

Se dirigen a las islas Salomón donde piensan encontrar oro y piedras preciosas. Descubren Tinakula, Tomotu Noi y Santa Cruz.  No fue una ruta fácil: mientras ella guardaba celosamente sus víveres “la situación en la que se encontraba la tripulación era deplorable, apenas había agua ni comida, la mayoría estaban enfermos y no pasaba un día sin que se echaran al mar tres o cuatro cadáveres”.


En 1596 llegan a Manila donde la reciben con todos los honores y donde se vuelve a casar con Fernando de Castro, Caballero de la Orden de Santiago. Mujer muy valiente y de armas tomar a la altura de Magallanes y Orellana, en opinión de sus biógrafos.


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