Tuvo, cuando era joven, unos ojos expresivos; vivos.
Su mirada llegaba más allá, bastante más allá del primer plano. Ahora – porque
los años no perdonan a nadie – los esconde tras unas gafas graduadas. Le dan,
aún más, encanto a su cara de mujer madura.
De Meryl Streep recuerdo, principalmente, dos
películas. Memorias de África y Los puentes de Madison. En las dos, el
amor llama a la puerta en un momento que no se espera. Y se va. Y, entonces, la
vida, siempre la vida, dice que hay cosas bellas que solo ocurren en el cine y
les pasa a otros.
Out
of Africa, ofrece unos
crepúsculos de ensueño y deleita con una excelente banda sonora. Su literatura:
“yo tuve un granja en África...” ¿se acuerdan del comienzo?, acorde con el
mensaje. En Los Puentes de Madison presenta a la mujer que entregó su vida al
silencio y al sacrificio ¿quién sabía lo que había por dentro?
Quizá no sean sus mejores obras. No lo sé. Estuvo
acompañada por otros dos monstruos del cine Robert Redford y Clin Eastwood.
Fueron un impacto en las pantallas.
Su fama internacional, además, no solo vino por su
trabajo en el cine. Parte de su dinero ayudó a otras personas que lo necesitaban.
Su carrera y el éxito de la mano. Los críticos, siempre hay un ‘pero’, dijeron
que podía haber llegado un poco más lejos.
Todo es cuestión de apreciaciones. O de favores. Ya
saben. A don Jacinto Benavente, en cierta ocasión, le comentaron que un
determinado crítico hablaba mal de él y contestó: “No recuerdo haberle hecho
nunca ningún favor”.
A lo que iba, Meryl Streep se lo ha dicho muy
clarito al electo presidente de los Estados Unidos de quien Dios nos guarde.
“La falta de respeto incita a la falta de respeto y la violencia a la
violencia”. Se pude decir más alto ¿más claro?
Mujer valiente. No se ha callado en la entrega de
unos premios. Estamos hartos de ver a voceros de medio pelo que atacan, desde
‘su’ poder, inmisericordes a otros
semejantes; se quedan tan panchos. Ella,
la mujer que esconde ahora sus ojos detrás de unos cristales graduados ha dado
la cara por alguien más débil de quien se había mofado el poderoso.
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