Día frío; soleado. A media mañana subí a la Sierra de las
Nieves. El viento de Levante cubría de nubes las cumbres; Casarabonela,
un pespunte blanco a pie de roca.
Corono el Puerto de las Abejas, 882
metros – Yunquera, junto a la carretera – ya estaba el día abierto. El cielo
azul; algunas nubes por la parte de
Ronda.
En la Fuensanta, varias familias acampadas. Disfrutaban del
día. Las choperas de oro viejo en otoño son esqueletos que agitan sus ramas bamboleadas suavemente. El arroyo no
llevaba agua. La han desviado y se escucha cómo cae, entre zarzales, en la
lejanía.
El camino, está intransitable; demasiados hoyos. Hace tanto
tiempo que no pasa una máquina niveladora que no es necesario hacer maniobras
para esquivarlos; misión imposible. Carteles a pie del camino anunciaban que
cruzaba un parque: “Reserva andaluza de caza” Se me viene a la mente un taco: ¿no
va a ser catalana, digo yo, por un suponer?
Otros informaban que es un Parque Natural y que se las andan
en la salvaguarda del patrimonio rural andaluz. Me adelanta un ciclista. Lleva
una bicicleta todoterreno. Al igual se la han traído los Reyes y el hombre,
todo ufano, demuestra sus pericias. Las fuentes de Platero y el Higuerón tienen
dos chorros de agua clara; limpia; helada.
Están bien indicados los caminos: unos llevan a El Burgo;
otro, dice el letrero que es un sendero… Me dejo llevar por los indicadores
hasta el cruce de la zona de acampada de ‘Los Sauces’. Sigo camino adelante.
Hay que subir un poco más alto – casi hasta donde se bordea como para ir a
Tolox - para llegar a donde están los primeros pinsapos.
Uno, aquí; otros, más arriba. Conforme asciendo la
vegetación cambia. Se ven más pinsapos; menos pinos; ya no hay retamas ni
aulagas, ni matagallos… Hay una sinfonía del viento que se afina en las agujas de los pinos…
Vuelvo sobre mis pasos. Me acerco al convento de las Nieves.
Como siempre, la cancela cerrada. Un cartel en la puerta indica que es
propiedad privada. La explanada está llena de huellas de jabalíes. Han hozado
la tierra durante las noches anteriores; la tierra está movida; buscan su
sustento. Sigue, en el silencio de la tarde, por entre los pinos la sinfonía
del viento.
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