sábado, 24 de septiembre de 2016


                                   ANA MARÍA MATUTE

Tenía el pelo largo y lacio; tenía un pelo blanco de nieve acorde con una sonrisa amplia expresiva, abierta y generosa. Sus ojos grandes; la mirada larga y abierta. Miraba y veía a su entorno como era y como ella quería verlo porque “si somos capaces de imaginar, es porque lo que imaginamos también es real”.

 Ana María nació en una familia conservadora y muy religiosa, en Barcelona. Su padre fabricaba paraguas. Vivió también en Madrid que sin embargo no aparece reflejado en su obra.

La enfermedad de pequeña la llevó al pueblo de sus abuelos, Mansilla de la Sierra donde se unen la tierras de Castilla con La Rioja antes que el pantano sepultase el pueblo primero. Allí vivió los albores de la Guerra Civil que dejó una huella profunda, como a todos los de su generación, en su quehacer literario.

Las gentes del pueblo, a las que llevó a su obra, dejaron la impronta de un realismo pesimista y auténtico. Las refleja como son; las lleva por sus páginas con la misma naturalidad con que subían los chicos desde el río, en las tardes de verano, después de darse el chapuzón oportuno.

Los años de posguerra donde conviven desencuentros y ajustes de cuentas; la pobreza y el miedo; la extrema necesidad donde la carencia estaba a pedir de mano dejaron una huella indeleble en su persona y el desarrollo de toda su obra.

De su primer matrimonio, en 1952,  y roto once años después en 1963 nace su único hijo que las leyes españolas dejan en custodia de su padre, el escritor Ramón Eugenio de Goicoechea. Este hecho le acarrea serios problemas emocionales sumiéndola en depresiones profundas.

Años después se une al empresario francés Julio Brocard, al que considera el veradero amor de su vida y con quien comparte la pasión por viajar. La muerte se lo arrebata, precisamente el mismo día que ella cumple sesenta y cinco años. La depresión vuelve a hacer aparición en su vida.


Ana María Matute ocupó el sillón “K” (mayúscula) en la Real Academia Española; fue, también, la tercera mujer en obtener el Premio Cervantes. Su obra, plagada de premios es amplia y muy realista dejó el retrato de una época. Nació y murió en Barcelona, 1925-2014


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