jueves, 22 de septiembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Equinoccio

Ya está aquí. Ha llegado pasada la cinco de la tarde. No ha tenido en cuenta los versos de Federico. “A las cinco de la tarde. / Eran las cinco en punto de la tarde…” Aquellos versos anunciaban algo muy trágico y muy duro. La muerte de Ignacio Sánchez Mejías… Aquí, por supuesto, se ha anunciado otra cosa.

Los que saben de estos asuntos dicen que hoy es el equinoccio de otoño – el otro, el de primavera, en marzo – donde los días tienen la misma duración que las noches. Comenzamos el camino donde la noche, poquito a poquito, acorrala la luz. Vamos algo así como un bullying contra ella.

Reculará cada tarde - por las mañanas tendrá algo de pereza para salir -  hasta que allá, por diciembre, le presente cara y diga que hasta aquí hemos llegado y esas cosas. Entra un tiempo que dicen que es de melancolía y tristeza con soles dorados que ponen las tardes de otros colores.

Como hay tanto espabilado suelto he leído que ya – hoy en algunos sitios han superado los 30º  centígrados y si eso es otoño que baje Dios y lo vea -  la gente siente el ‘cansancio propio de la estación’ y que algunos tendrán que pasar por el especialista para que les ayude a superarlo.

Pienso en los gañanes de manos encallecidas. Se echaban al campo con las primeras luces del alba, llegaban a la besana y comenzaban el zurcido de surcos, uno junto a otro, sin camellones ni almorrones, uncida la yunta y paso lento y otra vuelta, amelga más o menos…

Es tiempo de sementeras y trigos a voleo y una banda de pájaros detrás del arado,  y siempre mirando al cielo que, por cierto, avisan que vendrá parco en lluvias y generoso en calores. Vamos, lo contrario de lo que pide el campo por estas fechas. Aceitunas arrugadas, otoñada tardía…


Tienen hecha las maletas los pájaros de emigración. Hay otra emigración; viene en sentido contrario. El Mediterráneo no sabe de cambio de estaciones. Cada día es un cementerio más poblado bajo el azul de sus aguas… Ahí, hay bastante menos poesía, y tanta tragedia como en los versos de Federico.


1 comentario:

  1. Un texto muy suculento para los amantes de las letras adornadas y de los versos con requiebros. Me gusta!

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