Se va el verano. Mal contado quedan pocos días;
alguno más que dedos tiene una mano. Pero pocos. Se va el verano como los toros
malos: pitado en el arrastre. Un verano sin pedigrí, con mucho ‘no’ - ¿suena de
algo?- suelto, y con demasiado político queriendo hacer ver que lo blanco es
negro.
Se va el verano, por ahora, con el agua escasa.
Cuatro gotas mal contadas. Ni la meada del gato que cuenta el Maestro Barbeito,
en su artículo de hoy, que ha supuesto el paso por su tierra de la cacareada borrasca. Por aquí,
ni eso.
Esta mañana en la papelería de enfrente las madres
hacían acopios de ‘material escolar’. Oigan, de susto. Vi cómo pagaban y les
miraba a la cara de soslayo. Seguro que en más de una casa algunos de los
grandes se privan de algo para que no les falten ‘algunas’ cosas a los más
chicos.
Sé de un maestro que pedía a sus alumnos como
material: un portabloc de recambios para que se fuese rellenando conforme se
gastaban hojas, un diccionario y un lápiz. De aquellas aulas salieron
trabajadores magníficos para el campo, para las soluciones a los problemas del
día a día, para ocupar puestos de responsabilidad…
Ahora los chiquillos van cargados con unas mochilas
que llevan mucho material dentro. Ya saben el material que amuebla las cabezas
es ese que no se toca con las manos. Un material ‘inmaterial’ que, ¡miren por dónde! no se vende ni en las
librerías ni en las boticas que dicen que es donde se vende de todo.
Se va el verano en el mes de septiembre como todos
los años. Los olivares sedientos; el campo reseco; las puentes –
afortunadamente, algunas siguen en su sitio – no escuchan cómo corre bajo ellas
el agua, y están secas la fuentes. Hasta el refranero se las anda de cabeza a
ver cómo puede enderezar el entuerto.
He echado un garbeo con un amigo por los alrededores
de la fuentes de Paredones. Me comentaba que se va a quedar sin actualidad el
mensaje del Dúo Dinámico. Le digo que no, que no. Nos resuena, todavía, aquello
de “el final del verano, llegó / y tú partirás…” Y hurgamos en el pasado que ya
nos va quedando demasiado lejos. Y, entonces, pasó una banda de tordos y se
posó en el nogal de Palacios…
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