lunes, 26 de septiembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Reflexiones

Amaneció entoldado. Espejismo y muchas ganas de ver cómo llora el cielo en este otoño que acaba de arrancar. Ni otoñada, ni un riego meteorizado, ni un poco de viento ábrego que siembre ilusiones. Luego, a medida que entraba el día todo quedó en un deseo truncado. La radio anuncia que en Córdoba hoy alcanzan los 35º Centígrados. Vamos, ¡una delicia!

Esta tarde me he acercado al campo. Entre el columbrar de las nubes y el aire de levante las hojas han cambiado de brillo y de tonalidad varias veces. Como aún no han bajado las temperaturas nocturnas, las naranjas, todavía, no han virado de color. No es el verde rabioso del verano pero siguen verdes.

 Los estorninos no han dejado de entrar y salir del nogal del tío Benito. El aire sopla a contra mano y no me he dado cuenta del paso de los trenes a pesar de la proximidad de la vía. Los estorninos están desorientados. Se les están poniendo moradas las aceitunas antes de tiempo. Los pájaros saben que las cosas  tienen un ciclo y este año parece que hay algo raro que flota y no aciertan a saber qué es.

A caer la tarde fui a Flores. La gente andaba por las orillas de la carretera. Van en grupitos de varias personas. Pasan unos ciclistas… Alguien ha tenido el buen gusto de colocar unas varas de nardos a los pies de la Virgen. Oigan, aquello no tiene nombre. Todo es olor que embriaga y uno se sienta en un banco…y, ‘echa un cigarro’, y espera. Hay un arrullo de palomas en los alféizares de las ventanas.


Las noticias que corren por otros aires sobrecogen el alma: tiroteos en sitios lejanos, muertes de inocentes – niños y más niños, demasiados niños, en esa guerra que no termina en Siria y en eso que llaman Oriente Medio – desencuentros provocados por un amor inmenso al sillón. “Ay, sillón de mis entretelas y mi cochecito oficial” ¿A que les suena?... 

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