domingo, 18 de septiembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz de septiembre

La tarde, todavía, no se ha vestido de luz de otoño. Refresca por las mañanas desde que apunta el alba; el sol calienta al mediodía, y por las tardes aligera la marcha – ya anochece casi una hora antes – pero sin ese deje de melancolía y poema sin terminar con que se adorna en otoño.

Es un septiembre de recuerdos infantiles. La escuela llamaba. Reordenaba los días. Llegaba el horario y la pérdida de la libertad. Atrás quedaba  un verano de toleos en la ‘nerisca de Lería’, en la ‘playita’, en la ‘argamasa’, en los ‘remolinos’…

El ‘llanillo’ se quedaba en silencio; no había niños jugando a la pelota. Se acababan las visitas furtivas a las higueras de la Cuesta del Río, a los ciruelos tardíos. Ya no quedaban almendra;  no estaban en sazón las ‘almencinas’

Aquella escuela ya no existe. En su solar sembraron unos árboles. Los niños de entonces se hicieron hombres; se echaron a andar por los caminos de la vida. Algunos han vuelto, durante unos días, al pueblo y, después, como cada año,  han regresado, a ese lugar lejano donde se establecieron por aquello de ganarse el pan de cada día.

Septiembre se ha vestido de otros escolares en la calle. Los niños tienen la misma edad; ya no están los maestros aquellos: don José, don Juan, don Gonzalo; don Sebastián…¿cómo se llamaba aquel que vino nuevo? Ah…no me acuerdo.

Han cerrado con vallas y alambradas los contornos de los colegios. A la libertad le ponen rejas… Septiembre ahora parece una contradicción. ¿Dónde habré deshojado yo mi Enciclopedia?

Todo está en estado de espera. Hay un no sé qué – como anunciaba San Juan de la Cruz -  que flota y dice que va a cambiar el tiempo. Se irán los pájaros a otras tierras. Un día cualquiera la noche se llenarán de sonidos raros: anuncian el paso de las grullas que llegan; ya no arrullan las tórtolas en las alamedas del río…


Dice el periódico que los políticos siguen a lo suyo, o sea, “al todo para mí y la nada para el resto” Jarcha lo dejó clarito: “Bienaventurados, madre / los políticos de oficio / que trabajan para el pueblo / si ello les da beneficio”. No se ha vestido la tarde, todavía,  de luz de otoño; la vida sigue…

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