He subido a los molinos eólicos de Sierra de Aguas. Los
molinos, en sí, tienen poco que ver pero no lo que se divisa: por oriente,
Sierra Nevada, Tejera y Almijara; las estribaciones de la Sierra de Cabra, la
laguna de Fuente Piedra y la Camorra, al norte; al oeste, Zaframagón y la
Sierra de las Nieves con prolongación por la Serranía de Ronda; al sur, Málaga,
a pies de la mar, que porque el día estaba claro, se muestra azul hasta la
línea del horizonte.
A los molinos se llega desde
Álora por la antigua carretera de Carratraca
- por cierto, le han dado un lavado de cara, a los molinos, no; a la
carretera - conforme se corona el Puerto de Lucianes, a la derecha, por un
camino terrizo, entre pinares.
El campo está traspillado. El
hombre del tiempo dice que llueve en media España. O sea, en la otra, en la que
no nos toca y, además, está tan lejos que ni llegan por aquí algunos ramalazos
escapados.
No llueve, desde abril y, en
serio, ni me acuerdo. Para una zona donde superar los cuatrocientos litros es
una proeza, esta situación es de las que encoge el alma. Cuando se oye cómo
opinan algunos responsables -los que debieron tomar medidas hace diez años- de
conservar en los embalses la poca agua que tenemos, uno se acuerda de los cínicos.
Pero no, la variante de la
doctrina socrática era muy superior a esta pléyade de ineptos que nos toca
aguantar. Y si no ¿cómo se entiende que lo más trascendental es oponerse a una
política hidráulica coherente y racional? ¿Y a una administración consensuada
de la poquita riqueza hídrica que tenemos?
Juan Blanco se ha escapado
a las estribaciones de Sierra Nevada. A Güejar. Dice, para envidia de los que
nos quedamos aquí, que la fuente del pueblo echa un agua fresquita, vamos, algo
así como casi helada. (Seguro que no es para tanto, pero por tal de darnos
envidia…)
Leo a Paulo Coelho, en “El
Peregrino de Compostela”, “El hombre nunca puede cesar de soñar. El sueño es
el alimento del alma, como la comida lo es del cuerpo. Muchas veces, en nuestra
existencia, vemos nuestros sueños deshechos y nuestros deseos frustrados, pero
es necesario seguir soñando”.
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