Rafalillo era un personaje solitario. Rafalillo
vivía en la calle de Atrás. Era hijo de Felipe y de Josefa y hermano de Adrián
que perdió una pierna en un accidente laboral y que terminó atendiendo a las
llamadas del teléfono en la parada de taxis. Rafalillo tenía más hermanos y una hermana…
Era de estatura baja; delgado, de complexión débil y
con pocas carnes. De nariz larga un poco aguileña y orejas prominentes. Tenía
la boca grande y muy deficiente en la palabra. No iba limpio. Vestía mal,
generalmente con ropa desechada de otros y su calzado…
Su pelo era largo y rebelde; muchas veces estaba
sucio; su higiene… Caminaba despacio. Felipe Aranda captó que en cara nunca
faltaba un esbozo de sonrisa. Arrastraba los pies como quien no va a ninguna
parte. De hecho Rafalillo nunca fue a ninguna parte. De joven desfilaba, una
vez al año, en la cabalgata de Gigantes y Cabezudos en la feria. Lo usaban para
las cucañas… Hasta su nombre se quedó en diminutivo.
‘Sostenía’ las paredes o la barandilla de la fuente.
Buscaba la recacha en invierno; la sombra, en verano. Su estado nunca le
permitió el acceso al mundo laboral. Los días de fríos reguardaba las manos en
los bolsillos. Sus dedos eran largos y tenía las puntas de las uñas negras.
Rafalillo no se metía con nadie. No hablaba con
nadie. No era amigo de nadie. Nadie era amigo de Rafalillo. Rafael siempre
estaba solo. Se subía cada mañana a la Fuentarriba. Era su sitio natural, o sea
el sitio para dejar que pasasen las horas. Su espera era siempre la misma: la
hora del vaso de vino.
Rafalillo nunca anduvo sobrado de nada y sí falto de
todo. Pequeña, lúgubre sin ventilación
su casa. Escasa la dotación de inteligencia que se le asignó el día que lo
echaron al mundo. Su deambular fue triste. Al final, extendía la mano. Todos
sabíamos qué quería y para qué lo quería. Al menos eso, ya que tuvo tampoco…
En toda crónica queda lugar para la fantasía del escritor, para compartir su visión del mundo. El problema surge cuando es la fantasía quien quiere vestirse de realidad. Realidad que sabrán reconocer aquellos que compartieron su tiempo y su vida con Rafalillo, pero que por desgracia, no tienen la difusión que alcanzan otras versiones, cargadas de la suciedad que desde aquí solo se ve en las ropas ajenas. Tienes la boca muy grande, pero el problema lo tienen aquellos que escuchan, pues creen la versión sesgada y deficiente como verdad.
ResponderEliminarTodos podríamos tomar ejemplo de él, y no meternos con nadie.
La media verdad, no es verdad, la media verdad es una mentira, mi TITO RAFAEL nunca se metió con nadie, ni estuvo desatendido por su familia, mi suegro (D. EMILIO RODRIGUEZ) que era su HERMANO lo cuidaba a diario, nunca lo dejó solo, tampoco lo vi sucio (estaban su hermanos, hermana y cuñada), y de las personas ajenas a la familia la única persona que de verdad se interesó por él fueron: Dª. Pilar Jurado, D. Diego Rosas y D. Pepe Rosas. Espero que estas líneas las compartas literalmente en Facebook, pues desde aquí no podemos acceder, y tenemos el Legítimo Derecho a la Réplica, máxime cuando la información que Vd. da no se atañe a la realidad. .
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