“Más se perdió en Cuba – se dice en el aforismo diario y, agrega - y
venían cantado”. En Cuba se perdió el último florón de lo que se llamó
Imperio. Gloria, pasado, gestas… Llegaba al final el siglo XIX y muchas cosas
tocaron a su fin.
De Cuba vino Gonzalo Estrada. Lo calificaron como ‘Héroe de
Ramblazo’. Recibió – con otros – la Cruz Laureada de San Fernando en reconociendo
al comportamiento en aquella guerra. Su pueblo ha dedicado calles a la Bulería
o la Petenea, por ejemplo. A lo mejor, en el Segundo Centenario de aquello, los
que vivan entonces, tienen un recuerdo.
Nunca es tarde..
Don Miguel de Molina cantó y contó que de la Habana – o sea
de la capital de Cuba – había venido don Triquitraque que por cierto dice que
era su tío con una bagaje imprensionante: “canela y clavo, azúcar cande, oro
nativo, los colmillos de un elefante…”
Eso sí, traía toito el mundo
recorrio, rejuntando parneses, con su comercio de jipa-japa.
Carlos Cano cantó una habanera preciosa. Nos vino a decir
que La Habana es Cádiz con más negritos y Cádiz es La Habana con más salero. No
lo sé. Yo nunca he estado en La Habana pero amigos que han estado cuentan y no
acaban…
De Cuba vino un negro – que sí que tenía un alma, blanca,
muy blanca – que está enterrado en Sevilla y que le preguntó muchas veces al
pintor que no le respondía porqué no pintaba angelitos negros.
Ahora ha llegado a La Habana un hombre que viste con sotana
blanca. Reúne un montón de cosas juntas. Verán: origen italiano, argentino de
nacimiento, formación jesuítica y, desde hace un tiempo, ocupa la Sede de
Pedro.
Ha traído aires nuevos a la Iglesia, y a la revolución
cubana. Ha roto moldes. Muchos moldes. Este hombre va a cambiar el rumbo de la
Iglesia del siglo XXI. Dicen que come en
comunidad y duerme en Santa Mónica. A lo mejor, ahí pueden entenderse algunas
cosas…
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