Descubrí a José María de Pereda cuando era un
muchacho. Cuando andaba por esa edad
donde muchas cosas me impresionaban la literatura realista me marcó hasta el
punto que muchas de aquellas obras, años después, las he vuelto a releer con la
avidez de entonces.
‘Peñas Arriba’ es una de las obras cumbres – ‘Sotileza’,
De Tal palo tal astilla’… – de José
María de Pereda. Su obra me llevó al paisaje ficticio de Tablanca. Chisco, a
pie, tiraba de las riendas de las
caballerías; Marcelo se acercaba a la Casona; su tío lo aguardaba. Bajaban
desde las cumbres al otro lado de la montaña… Allá, muy lejos, el mar.
Muchos años
después, bajé por el puerto de Palombera; busqué el Nansa, - a un lado, como
Marcelo, dejé el Hijar -, y llegué hasta San Vicente de la Barquera… Me
encontré una pareja de la Guardia Civil por aquellos lugares de alta montaña.
Me dijeron, siempre tan amables, que había una carretera mejor, que me llevaba
a Cabezón de la Sal, más derecho…
Le dije lo que pretendía, el hombre me esbozó una
sonrisa y me contestó: “usted sabe lo que quiere y a dónde va”. Lo sabía.
Quería seguir los pasos, lo más cercano posible, a la bajada desde Reinosa,
cruzando el Alto Campoo, camino de Tudanca, como hicieron Marcelo y Chisco…
Aquella tarde,
como Marcelo el día de la bajada, tampoco vi ningún oso camuflado, a cincuenta
metros del camino, entre la vegetación, ni una caballería con las orejillas
tiesas, ni tuve cerca a Chisco para que
me lo descubriera:
-“Pos
espantáronse – dijo Chisco algo roncero todavía -; espantáronse ( y no hay por
qué se niegue ya), espantáronse… del osu.- ¡Del oso! Exclamé con los pelos de
punta…”
Hoy ha llegado la Vuelta Ciclista a España a la
Fuente del Chivo. El paisaje tenía en común la niebla. Lo demás…: buena
carretera, pistas para que la gente esquíe en invierno y un montón de
construcciones para dar servicios a los que van allí a dejarse su dinero.
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