Giovanni
Calone era un muchacho napolitano nacido en una familia pobre. Eso, en
la Campania, no es ninguna novedad. Emigrante, como muchos, a Estados Unidos;
tampoco. Inicia una carrera musical. Vuelve. Cambia de nombre. Se llama ya
Massimo Ranieri…
Tenía cara de seminarista sabiondo. Ganó la Canzoníssima
de la RAI. “Rosas Rojas”, lo lanza.
Es una estrella mundial. “Rosas rojas a ti
- la traducción no es una preciosidad precisamente; la canción, sí – he
comprado esta noche y tu sabes muy bien lo que quiero de ti.” Era el año 1969. ¡Ay,
si hablasen los guatequetes de los domingos por la tarde…!
Fuad Jorge Jury, o sea Leonardo Favio, nació en la
provincia de Mendoza. Argentino inquieto. Se va a Buenos Aires. ¿Resultado?: sale
uno de los grandes del cine argentino…
Nos contó y cantó – porque era un grandísimo
cantante de baladas, también – que un día cortó una flor, y que llovía, y que
se iría, con su amor por la calles vacías, y le diría muchas cosas bonitas y
las calles vacías sabrían de besos y charlas de amor y, …“cuando llegues mi
amor / te diré tantas cosas / o quizá simplemente te regale una rosa…”
“Te llegará una rosa – anunciaba Alberto Cortez - cada día, / que medie entre los dos una
distancia, / y será tu silente compañía…” Chicarrón con voz de estibador cambió
los aires porteños por los del Guadarrama, y habló de un árbol plantado y de un
abuelo que añoraba la tierra perdida y de las nostalgias y del vacío que dejan
los amigos que se van.
Joan Manuel Serrat se refugió en Camprodón. Cantó
historias tiernas, preciosas. Eran unos viejos amantes que ya tenían los cabellos
blancos y se agarraban de las manos y se preguntaban “¿estás bien?” “I per Sant
Jordi ell li compra una rosa, / embulicada en paper de plata…” y un libro, y no
se le olvidaba nunca. Rosas, rosas, rosas…
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