domingo, 6 de septiembre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Barbecho

Amaneció como un no, pero sí; como un sí, pero que no. Aparecieron nubes negras pero todas seguían de paso. Venían de poniente y se iban para no sé qué parte que las esperan, también, porque hace falta agua, el agua de bendición que baja del cielo, meteorizada y con la Gracia de Dios y trae vida para el campo, para el ganado, para los veneros…

Mi amigo Miguel Ángel me manda unas fotos. La tierra está en barbecho. La tierra espera una sementera: bajo su mando dormirá la lenta noche de la germinación. La tierra espera, elabora y da. La tierra da siempre a pesar de muchas cosas.

La tierra es tan generosa que lo que hoy es un páramo mañana será vergel y verdor y florecillas silvestres y pan para el hombre y comida para el ganado. Y un manto verde cubrirá las lomas y el barbecho será vida con la otoñada.

Miguel Ángel quiere al campo casi tanto como lo quiero.  Sabe de soles largos y de amaneceres preciosos, de días de fuego y de estrellas lejanas, perdidas, allá arriba pero que dan sentido a la noche, a muchas noches, a una sucesión de noches de muchas ilusiones.

Los dos sabemos que el hombre enganchaba el arado, levantaba los rastrojos y preparaba la tierra. La yunta abría un surco profundo y largo. El hombre hacía el barbecho. Luego, en otoño, la sementera. Si era preciso, en el campo se abrían varias hojas, cada una, con su siembra oportuna. Gramíneas, leguminosas…

Detrás de la yunta de paso cansino y lento, la mano sobre la mancera del arado y el ejero largo y el ubio que crujía y el grano -  a voleo, o pintado de uno en uno, todo dependiendo de qué se dejaba caer – enterrado.

Una banda de pajarillos seguía a la yunta. Los pajarillos eran los primeros beneficiados de la siembra que aún no había nacido. Los pajarillos eran los únicos compañeros en el caminar del hombre detrás de yunta.


Después vendrían los días cortos de invierno, de nieblas agarradas por las mañanas, de heladas y rociadas que brillaban con los primeros rayos a la salida del sol. Y, tiempo de la esperanza y el deseo y  la mirada al cielo esperando el agua, esperando la bendición de Dios.

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