sábado, 12 de septiembre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Frente a palacio

Tenía ganas de encontrarme con el otoño. Me he acercado a Aranjuez. El otoño aún no ha llegado. Andará perdido por los caminos o sabe Dios por dónde, pero el otoño, este año, aún no se ha aposentado en su sitio natural, o sea en Aranjuez.

Llegué a eso del medio día. Dejé el coche aparcado bajo los plátanos. El cielo estaba gris; corría una brisa ligera. Arrastraba algunas hojas de las acacias que se habían bajado hasta el suelo. Me senté en una terraza frente al palacio. Me llaman Inés y Juan. Hablamos un rato; el rato que se puede hablar por un teléfono.

No sonaba el punteo de guitarra de Narciso Yepes ni el juego de violines en el  adagio del Concierto del Maestro Rodrigo; no sonaba, tampoco, la música de los Pekenikes en aquel memorable “Frente a Palacio”.

Tampoco sonaba la sinfonía que un día escuchaba Azorín: el silbido lejano de un tren que se perdía en los campos. Ahora, los trenes ya no silban. Van veloces y silenciosos. Desde las alamedas de Aranjuez no se oyen los trenes que llegan a su estación… Esta tarde  sonaba una sinfonía diferente. Era la sinfonía del viento que acariciaba las copas de los árboles.

Me echo a andar. Sorteo a la gente. Había mucha gente. Iban, venían. Eternizaban (¿) el momento en las digitales. Poses estudiadas; conversaciones en otras lenguas; voces de niños. Personas de otros de sitios que se acercan a Aranjuez atraídas como por imanes interiores.

El Tajo se aleja. Rodea la tapia de los jardines del Palacio. Hay un rumor de agua en las chorrera de la presa; graznan los gansos; sobre las fuentes recae el agua de sus surtidores; cruza el cielo el ruido sordo de una avión que viaja a mucha altura. Por la carretera, al otro lado del río, pasan raudos los coches…


No tienen flores los magnolios. Dos gatos duermen la siesta a la sombra de los pompones de dalias que rodean la fuente de Ceres. Uno es un gato romano; el otro, de pelo gris y blanco. La placidez con que duermen me lo corrobora: todavía no ha llegado el otoño.

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